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La mirada femenina de 'Roma'

Cada una de las tramas viene configurada por episodios clave en la relación entre una mujer y un hombre

Lo femenino en la película no es solo eso, desde luego, pero la relación (insatisfactoria) con lo masculino tiene una función estructural, porque hace avanzar la acción

La actriz Yalitza Aparicio en la anual fiesta a las mujeres nominadas a los Premios Oscar / Michael Kovac (Getty Images)

La actriz Yalitza Aparicio en la anual fiesta a las mujeres nominadas a los Premios Oscar

Madrid

La acción de la película Roma se sitúa a comienzos de los años 70 del siglo pasado. Se desarrolla en torno a una familia de clase media que vive en la colonia Roma, en Ciudad de México. Alfonso Cuarón, director y guionista del filme, se inspira en su propia infancia y, específicamente, en Libo Rodríguez, trabajadora doméstica de su casa (recreada en la película por el personaje de la indígena mixteca Cleo, a la que interpreta Yalitza Aparicio).

El propio Cuarón comentó en una entrevista que “la película funciona como un conjunto de escenas en las que se percibe la sombra de un relato, pero en las que es necesario que cada espectador ponga mucho de su parte a nivel emocional”.

La mirada

Las escenas a las que se refiere el director presentan largos planos generales en los que se muestran espacios interiores o exteriores. Integrados en ellos, aparecen los personajes en movimiento, muchas veces en situaciones o tareas cotidianas. Estos planos generales alternan con otros en los que se muestran detalles, como las manos de las criadas fregando platos o recogiendo la caca del perro. Todo ello conforma el particular tono emotivo al que se refiere Cuarón.

Tráiler de Roma, de Alfonso Cuarón.

La cámara mantiene la distancia en las escenas, de forma literal –está cerca o lejos y se puede desplazar a derecha e izquierda, pero no hacia delante o atrás– y metafórica: la mirada de la cámara no juzga. “El uso sistemático del plano general me permitió reforzar una cierta objetividad, una distancia desde la cual observar a los personajes sin imponer juicios morales”, dice el director en la misma entrevista.

A la hora de configurar las escenas, el sonido complementa y refuerza esa percepción. El sonido de fondo está siempre presente: la algarabía de la calle, la llamada del afilador o del vendedor de camotes, los ladridos de los perros, los cacharros de la casa, las conversaciones, la música. La música, precisamente, surge siempre de las escenas, no es una banda sonora superpuesta. Es la música de la radio del coche o de la casa, de un tocadiscos o de una banda callejera y está ahí porque es parte de lo que pasa.

Las propias pláticas de los personajes se incluyen en ese sonido ambiental. Pueden ser charlas intrascendentes, pero también conversaciones importantes. Así, por ejemplo, Sofía, la madre, habla por teléfono sobre la situación de su matrimonio y lo que dice en voz alta tendrá una función determinante en la relación con los hijos, pero el diálogo dentro de la escena empieza siendo un sonido de fondo.

¿A qué suena la Colonia Roma?

Sin embargo, la neutralidad en el punto de vista no implica total objetividad. De entrada, los planos y la posición de la cámara comportan una compleja elaboración técnica. Por otra parte, la mirada narrativa a que nos hemos referido tiene mucho de Cleo.

Lo que vemos de la familia es lo que ve Cleo, las conversaciones que se oyen a lo lejos son las que ella percibe, el suelo que aparece en larga escena del comienzo, con los títulos de crédito iniciales, es el suelo que tiene ante sí al fregarlo… se pueden multiplicar los ejemplos. La mirada que no juzga es la mirada de Cleo, la mirada desde la periferia del sistema.

La historia

De esta mirada emana el relato. La trama de Cleo a partir de su relación con Fermín es la más destacada, la más definida e intensa, y es la que abre la película. En un segundo nivel aparece la historia de la crisis matrimonial en una familia de clase media. Las dos tramas se superponen, tienen puntos de contacto y coinciden en el cierre.

La distinción de dos tramas sirve también para hablar de los mundos vinculados, respectivamente, a cada una; dos mundos que, en la misma medida que las tramas, establecen conexiones entre sí.

La criada tiene un papel en el mundo de la familia, pero, al mismo tiempo, forma parte de otro contexto, con espacios particulares en la propia casa y con relaciones sociales diferentes –a las que corresponden también ámbitos específicos–. Así, cuando la familia se desplaza durante las vacaciones de Navidad, la llegada como invitados a otra casa va seguida del saludo entre los señores, por un lado, y los criados, por otro. La fiesta de fin de año tiene sendos espacios para unos y otros.

Sin embargo, estos dos mundos se presentan con una perspectiva muy marcada y coincidente hacia el ámbito femenino. Lo femenino conecta con la intención de la película de recrear la sociedad de la infancia del director y guionista. Los niños están con la madre, la abuela y las criadas. Pero no es la mirada de los niños la que determina la historia, ni esa mirada se dirige solo a ellos. Va más allá.

Las mujeres

La mirada va a lo femenino y a su relación con lo masculino. Cada una de las tramas viene configurada por episodios clave en la relación entre una mujer y un hombre: Cleo y Fermín, por una parte, Sofía y Antonio –vistos por Cleo– por otra. Lo femenino en la película no es solo eso, desde luego, pero la relación (insatisfactoria) con lo masculino tiene una función estructural, porque hace avanzar la acción.

Frente a la complejidad y riqueza de lo femenino, lo masculino es simple y pobre. Los hombres tienen una presencia superficial, pero no inocua. Su poca presencia tiene que ver con su preferencia por otros entornos que no incluyen, por ejemplo, la crianza de hijos.

La irresponsabilidad canalla de Fermín –junto con su afiliación paramilitar– tendrá efectos devastadores sobre Cleo; la desvinculación de Antonio complicará la situación de Sofía. Los valores de la sociedad patriarcal resultan brutales para las clases o etnias minorizadas y pesan sobre las mujeres de la burguesía.

La sencilla complejidad de la mirada cinematográfica, en fin, crea un mundo en el que han desaparecido algunos de los estándares sociales que invisibilizan lo femenino, especialmente en lo que respecta a las mujeres indígenas. Si algo caracteriza a una obra artística es su capacidad para cuestionar la percepción convencional de la realidad. La mirada de Roma abre alternativas a esta percepción.

Marcos Cánovas, Profesor titular. Departamento de Traducción, Interpretación y Lenguas Aplicadas, Universitat de Vic – Universitat Central de Catalunya

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

 
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