Por la mentira hacia el Imperio

Madrid

¿Alguien sabe por qué el pimpollo Pablo Casado miente siempre que habla, gran mérito si recordamos que no calla nunca, ni siquiera debajo del agua? Unos levantan la ceja derecha, otros aprietan las mandíbulas, y Casado miente. Es como la marca registrada de la casa y el emblema que le distingue. Ayer, en el Congreso, tuvo el cuajo de afirmar que cuando llegó Sánchez al Gobierno se creaban “seis mil empleos todos los días, y ahora se destruyen seis mil empleos todos los días”. ¿Por qué esta mentira tan gruesa, para qué tanta desfachatez? Porque resulta que en 2018 el empleo creció en 566.200 personas, casi un 3% respecto a 2017, el mayor aumento desde 2006. ¿Entonces? Da igual, porque a sus fieles no les importa la verdad, sino el grado de chulería. Y de eso ya tiene Casado, que debió aprenderlo en el máster.

Mientras, aquí anda la izquierda, siempre tan lista, inteligencia en estado puro, arreándose garrotazos cuando menos conviene. No tienen arreglo y ni tan siquiera cuando son medio socios pueden inhibirse del síndrome del escorpión, y venga de clavarse aguijones por todas las partes blandas. Lo llevan en la sangre, que no había más que ver a Irene Montero con qué ferocidad se encaraba con los socialistas. Sigan con el guiñol de la porra, que el trío de Colón se los comerá vivos.