De atracar bancos a través de las alcantarillas a publicar un libro y protagonizar un documental
El bautizado como 'Robin Hood de Vallecas' ha escrito un libro y protagonizado un documental después de estar en la cárcel condenado en 2015 por atracar varios bancos en Madrid
Madrid
"Si volviera atrás con todo lo que sé ahora, lo repetiría pero para retirarme". Así de contundente se muestra El Flako, nombre ficticio del atracador al que la policía acusó de siete delitos en Madrid y que fue condenado por dos en 2015. Más de 15 años robando bancos, heredó casi por genética la habilidad de atracar a través de las cloacas madrileñas, como hacía su padre. La prensa lo bautizó como el "Robin Hood de Vallecas" y tras años en la cárcel, la vida le ha dado una segunda oportunidad. El Flako acaba de publicar su libro Esa maldita pared y ha protagonizado el documental 'Apuntes para una película de atracos', nominado a los Goya de 2019. Pero él lo tiene claro: volvería a hacerlo.
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Butronero por las tardes y pescadero de día, desde joven se acostumbró a tener una doble vida. "Era como una adicción. Yo salía por las mañanas a trabajar, llegaba a mi casa, me echaba la siesta y me iba a ver bancos, como quien va al gimnasio". Asegura que al principio su mujer no lo sabía y relata, en su libro, lo divertido que se convirtió engañar a sus vecinas. "Yo hacía lo que hacían mis amigos, salvo que de vez en cuando ayudaba a mi padre a preparar alguna trastada".
No esconde que fue su padre quien le introdujo en el mundo de la delincuencia. El 11 de septiembre de 2000, con 16 años, ayudó por primera vez a su progenitor a asaltar una sucursal. "En muy poco tiempo hubo un cambio en mí muy fuerte. Yo venía de un pueblo y desde que llegué a Madrid me encontré con todo este panorama", cuenta El Flako.
La técnica de la banda de las alcantarillas consistía en irrumpir en los bancos de madrugada, cuando aún estaban cerrados y quedarse camuflados en el sótano hasta que llegaban los empleados y los obligaban a vaciar las cajas fuertes. El Flako reconoce los olores de las cloacas madrileñas según el barrio; es experto en materiales, en tapas de alcantarillas y en técnicas de lo más variopintas. "Yo no sé robar un coche. Digamos que ese proceso de que vas aumentando cada vez que comentes un delito... una panadería, un estanco, una joyería y por fin un banco... no, yo desde cero he pasado directamente al banco", relata.
Tras mucha preparación previa, el día del atraco siempre llevaba armas, pero la violencia nunca ha sido su objetivo. "Luego pensaba el disgusto que se había llevado la gente a la que había apuntado. Entraba con la pistola, pero yo solo quería intimidar, por eso siempre he intentado tratar al personal lo mejor posible, pedirles disculpas y darles las gracias", comenta. BBVA, Santander, Bankia o La Caixa son algunas de las sucursales madrileñas de las que él y su banda han llegado a robar hasta 275.000 euros. Pero "no lo suficiente para dejar de trabajar", asegura El Flako mientras se mira las manos sucias después de haber pasado la mañana trabajando. Ahora, a sus 34 años y tras haber cumplido dos años en prisión, se encuentra en tercer grado penitenciario y lleva una pulsera telemática atada al pie.
La cárcel
Sus primeros días en la cárcel de Soto del Real fueron tranquilos, pero al saltar la noticia a la prensa le trasladaron a un módulo de aislamiento. "Cuando llego y paso por un pasillo, veo una celda con una camilla y unos acoples para atar a la gente y pensé 'hostias' esto se pone chungo", dice. Compartió espacio con etarras como Txeroki, de los que dice que son los mejores compañeros de celda, o con Gao Ping, condenado como cabecilla de una mafia china.
Sin embargo, "el ser humano se puede tropezar mil veces con la misma piedra", por lo que asegura que no cree en la reinserción. "La reinserción para mí ha sido primero mi hijo, el proyecto de mi documental y el proyecto de mi libro. Los 4 años que yo he estado en prisión me han hecho ver que yo iba a estar separado de mi hijo. Entonces, si robo voy a la cárcel y estoy sin él pero si hoy robo y estoy dos meses, claro que robaría", sentencia.
De lo que más se arrepiente es de no haber visto a su hijo nacer. "Yo no he empujado el carrito de mi hijo. Eso es muy duro", dice. La situación se repetía. Su padre también entró en prisión cuando él era un bebé. Por eso, la única duda que le queda es que el pequeño se entere demasiado pronto del pasado de su padre. "Lo que quiero es que mi hijo se entere de lo mío, porque se enterará, lo más tarde posible. Porque yo cuando me enteré de lo mi padre, para mí fue un héroe".