Una normalidad de lo más anómala
Que el jefe del Gobierno de España y el presidente de la Generalitat se reúnan es normal, pero hacerlo en Pedralbes y no en el Palau indica voluntad de cubrirse
Madrid
Una normalidad de lo más anómala. Las artes sinuosas de la diplomacia han entrado en juego. Que el jefe del Gobierno de España y el presidente de la Generalitat se reúnan es normal, pero hacerlo en Pedralbes y no en el Palau indica voluntad de cubrirse para que la cita no sea ni oficial ni extraoficial sino todo lo contrario. Que el Consejo de Ministros se celebre fuera de la Moncloa no es frecuente, pero también es normal. No lo es tanto, sin embargo, la reunión de ministros y de consejeros, no de todos, de algunos. Rozando la bilateralidad, pero solo rozándola. Anómala, sobre todo, el tiroteo dialectico previo con acusaciones brutales que hemos oído y leído en los medios y parlamentos de aquí y de allí. Sánchez traiciona a los españoles pues se reúne con un golpista; Torra traiciona a los catalanes pues se reúne con el representante del Estado que oprime a Cataluña; Sánchez y Torra se unen ante la amenaza del fascismo que se acerca; este Consejo de Ministros es una provocación; Torra quiere que haya muertos.
Estas cosas ya indican la gravedad del momento. Sería más que suficiente para justificar el acercamiento a Cataluña de un jefe de gobierno. Pero es cierto que esta aproximación pierde altura de miras porque la acompaña un objetivo tan interesado como encontrar apoyos para los presupuestos. Ahora toca esperar a lo que pase hoy y mañana y al tercer acto fundamental: las interpretaciones, que en los tiempos que corren importan tanto como los hechos, las interpretaciones políticas y mediáticas del día 22 y siguientes.