Para Manuel Marchena
Madrid
Excelencia, su renuncia a la presidencia del Tribunal Supremo, a la que habían pactado encumbrarle los grupos parlamentarios Popular y Socialista adelantándose incluso a la formación del Consejo General del Poder Judicial al que correspondería esa designación, le enaltece y nos devuelve la confianza en las instituciones cuando son servidas honrando la independencia y quebrando cualquier intento de manipulación. Intento inútil cuando nada se espera del favor ni se teme de la arbitrariedad. Querían ascenderle para removerle de la Sala Segunda pero ha prevalecido la decencia. Felicitaciones.