El verdadero cambio vendrá de la ecología
Josep Ramoneda analiza el resultado de las elecciones de Baviera, con la caída imparable de la socialdemocracia alemana y el ascenso de Los Verdes; los presupuestos propuestos por Sánchez e Iglesias y las últimas declaraciones de Pablo Casado
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El verdadero cambio vendrá de la ecología
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Barcelona
Las elecciones de Baviera confirman la caída imparable de la socialdemocracia alemana. El partido de Willy Brandt, antaño modelo para media europea, que en su día apadrinó la escalada del PSOE, corre el riesgo de entrar en vía secundaria, mientras los verdes crecen y la extrema derecha también. Dos consideraciones. Primera: la socialdemocracia debía ser la alternativa a la derecha y ha acabado siendo su doble. Gerard Schroeder es el símbolo de la pérdida de identidad de la socialdemocracia alemana. Allí fue el principio del fin. Segunda: el verdadero proyecto de cambio vendrá de la ecología. Raphael Glucksmann, lo ha descrito así: “la próxima revolución no será guiada por la promesa de un mañana glorioso, sino por la certeza de que no hay mañana sin cambio radical de nuestra organización”. O sea no se trata de alcanzar el paraíso si no de evitar la catástrofe.
Y, sin embargo, precisamente en este momento, como ha señalado Iñaki Gabilondo, en España se produce lo nunca visto: un partido socialdemócrata propone unos presupuestos socialdemócratas. El pacto Sánchez-Iglesias es un anacronismo como la derecha canta a coro; o, para decirlo en palabras de Enzo Traverso, es el indicio de un proceso molecular que no ha llegado todavía a la coagulación, pero que se abrirá paso porque es necesario contener la fractura social sino se quiere regalar Europa a la extrema derecha. A veces hay que tocar fondo y ver el peligro cerca para poder remontar.
¿Es posible construir un liderazgo personal a toda máquina sobre unas bases culturales propias de la añeja formación del espíritu nacional? Pablo Casado lo está intentando para estupor de muchos. “La hispanidad es el hito más importante de la humanidad, sólo equiparable a la romanización”, ha dicho sin sonrojarse. Y España es la nación más vieja de Europa, que era una de las raras estridencias que se permitía Rajoy. ¿Por qué todos los nacionalismos están obsesionados en que sus naciones sean milenarias? Una disputa bien inútil porque las naciones en sentido moderno de la palabra no van mucho más allá de tres siglos. Estas sobreactuaciones en el fondo transmiten un déficit de autoestima. Azote del nacionalismo catalán, Casado, sin embargo, parece decidido a disputar al presidente Torra el título de campeón de la melancolía identitaria.