Vientos y tempestades
Con la mitad no independentista olvidada, con el soberanismo dividido, la cacofonía en las voces, la disonancia en los contenidos, estalla por todas partes
Madrid
Supongo que el aniversario del primero de octubre habrá convencido al independentismo catalán de que su problema más urgente lo tiene dentro de casa, no en Madrid, y que las contradicciones que arrastra se le están enredando entre los pies.
Torra había espoleado a los agitadores de los Comités de Defensa de la República. “Hacéis bien en presionar”, les había dicho. Y lo hicieron revolviéndose contra él de forma violenta; se siembran vientos, se recogen tempestades.
Con la mitad no independentista olvidada, con el soberanismo dividido, la cacofonía en las voces, la disonancia en los contenidos, estalla por todas partes. Junqueras quiere distensión, Puigdemont quiere tensión, las CUP quieren radicalización y los CDR quieren su versión. Y me temo que lo de ayer no fue el último capítulo de nada. Tal vez, sí, el primero de algo inquietante por la frustración de quienes se sienten traicionados después de haber sido conducidos de forma temeraria a las puertas del paraíso y abandonados allí.
Fueron horas de muy alta tensión durante las cuales el presidente Sánchez emitió un tuit para contar lo animada que se sentía su ejecutiva ante el próximo ciclo electoral. Un tuit a destiempo, un trino desde lo alto de la higuera.