La ScriptLa Script
Cine y TV | Ocio y cultura
DOCUMENTALES

El documental que internacionaliza el procés sin polémica: "No queríamos tomar un punto de vista"

Netflix estrena 'Dos Cataluñas', una producción con más de 80 testimonios

Los ocho segundos de la proclamación de la República catalana en la calle / REUTERS

Los ocho segundos de la proclamación de la República catalana en la calle

Madrid

Dos horas de documental que recorren los meses más álgidos del procés. De la aprobación de las leyes de ruptura del 6 y 7 de septiembre hasta las elecciones del 21 de diciembre. Las cargas policiales del 1-O están en el origen de esta producción con vocación internacional. Sus creadores querían contar al mundo el origen del conflicto, explicar cómo habíamos llegado hasta aquí.

"La narrativa independentista es muy romántica, habla de libertad y lucha por la democracia", dice en un momento de la cinta la corresponsal del ‘The Washington Post’ sobre la complejidad de explicar el problema territorial español. El documental renuncia a un punto de vista, a un enfoque, y confía en más de 80 testimonios para vertebrar el relato. En la cinta participan los principales líderes catalanes, con gran protagonismo para la campaña de Carles Puigdemont e Inés Arrimadas. Del anterior Gobierno solo accedió Jorge Moragas, Soraya Sáenz de Santamaría nunca contestó la invitación.

Periodistas, juristas o historiadores analizan el choque institucional. Se habla de la guerra de sucesión, de la sentencia del Estatut y de las concesiones a los nacionalistas a cambio de su apoyo a los distintos gobiernos centrales. Hasta John Carlin atribuye a la rivalidad del Madrid de Mourinho y el Barça una escalada en la tensión. Pinceladas para contextualizar con poco espacio para una tercera vía, los mal llamados equidistantes. Un bucle para el público español en el que no se debate ni rebate.

Sus directores, Gerardo Olivares y Álvaro Longoria, admiten que han huido de cualquier polémica conscientes de que, al internacionalizar en cierto sentido el conflicto, estarían en el ojo del huracán. Ambos creen que han logrado un equilibrio, un relato pausado que invita al diálogo porque hay vías de encuentro.

Los directores, Álvaro Longoria -a la izqueirda- y Gerardo Olivares -a la derecha-

Los directores, Álvaro Longoria -a la izqueirda- y Gerardo Olivares -a la derecha- / NETFLIX

Los directores, Álvaro Longoria -a la izqueirda- y Gerardo Olivares -a la derecha-

Los directores, Álvaro Longoria -a la izqueirda- y Gerardo Olivares -a la derecha- / NETFLIX

¿Cómo surge la idea y por qué hacer un documental del conflicto catalán?

Gerardo Olivares: La idea surge a raíz de las imágenes del 1 de octubre, de la policía dando palos a los que intentaban votar. Esa fue la imagen que los medios de comunicación internacional divulgaron por el mundo. Tanto Álvaro Longoria, el otro director, como Rafael Portela, el productor, como yo, decidimos que había que hacer un documental que tratara un documental en profundidad del tema catalán no solo para la audiencia española, que estaba saturada, sino para la audiencia mundial que se había quedado simplemente en esa imagen. Creíamos que debíamos contar una historia con rigor, objetivad y profundidad para que no se quedaron solo con esa imagen, sino que supieran por qué se había llegado a ese punto.

Después del trabajo documental y el montaje, ¿qué creéis que va a sacar en conclusión el espectador internacional?

Gerardo Olivares: La idea era ser neutrales, o intentar serlo, y abrir un abanico de posturas para que el espectador sacara sus propias conclusiones, es lo que en periodismo se llama un 360. Para nosotros era muy complicado buscar el equilibrio para que la gente en España no se convirtiera en un ladrillo el documental y para que la gente de fuera no se convirtiera en un embrollo casi indescifrable. Era buscar ese equilibrio entre la saturación de aquí y la gente de fuera que no tiene mucha idea. Por eso queríamos entrevistas muy largas y pausadas donde el invitado tuviera tiempo de expresarse, sentirse tranquilo y hablar. El trabajo complicado fue un posproducción, teníamos una cantidad ingente de material con 85 entrevistas y darle sentido a todo. Todavía no he hecho una prueba con gente de fuera que no tiene ni idea del tema. Tengo familia americana, estoy deseando que lo vean para comprobar si lo entienden o es demasiado farragoso.

Álvaro Longoria: Cuando lo ves desde fuera, que esa era nuestra idea, contarle esto a un público internacional a través de Netflix, te das cuenta que la problemática debajo de procés es bastante común en otros países. La gente está cabreada con el sistema, con la crisis, la situación de pobreza, la gente que no está cómoda. Se representa en el Brexit o Trump, pero todo lo que hay debajo es común. La gente se identificará con la protesta enfocada en una dirección. Creo que probablemente lo entiendan más que nosotros, no tienen esas ideas preconcebidas, aquí estamos demasiado expuestas y tenemos sobreinformación. Es algo muy de corazón, pasión, desde fuera lo ves más fríamente y puedes alcanzar otra visión.

La atención internacional se puso sobre Cataluña tras el 1-O. A pesar de los testimonios, ¿es posible contrarrestar las imágenes tan potentes de las cargas policiales?

Álvaro Longoria: Se combinan esas imágenes que a todo el mundo indignan, ver a un policía pegando a una señora, con un relato muy bien construido de los independentistas de una quimera que no fue tal. El relato previo era muy atractivo. El romanticismo de la autodeterminación. Es difícil refutarlo en muy poco tiempo. Hemos hecho este documental para profundizar un poco, no para decir quién tiene razón o no, sino para que el análisis sea más profundo.

El documental se afana en buscar un equilibrio, ¿había miedo a la polémica, a estar bajo el ojo del huracán?

Gerardo Olivares: Éramos conscientes de que nos estábamos metiendo en un lodazal. Hay dos posturas muy encontradas, muy ancladas, y sabíamos que era un tema delicado, espinoso y difícil de tratar, pero somos cineastas. Es una historia que si no hacíamos nosotros, otros acabarían haciéndola. Hemos tenido mucho cuidado en equilibrarlo todo. No queríamos la sensación de darle más protagonismo a uno o a otros. Sobre la polémica, lo mejor que nos podría pasar es que a los nacionalistas les pareciese que es un documental constitucionalista y al revés. Eso querrá decir que hemos sido imparciales.

El documental prescinde de una narración, de una voz en off, lo confía todo a los testimonios, ¿os hubiera gustado tomar más el relato?

Gerardo Olivares: Se planteó así desde el principio, que no habría voz en off para el relato, que fueran los protagonistas quienes te lo fueran contando. Esto en montaje es más complicado porque tienes que buscar esas intervenciones que vayan fluyendo para que la historia tenga un hilo narrativo. Sería más fácil escribir nosotros los textos, pero eso sería ya tomar partido por un lado o por otro, o transmitir un punto de vista, que era lo que no queríamos. Queríamos que los protagonistas te llevaran de la mano por el relato.

Álvaro Longoria: Siempre que hago un documental procuro seguir la regla de no tratar al espectador como un estúpido. Me gustan los documentales que me hacen pensar a mí, no los que me lo dan todo masticado. De eso hemos huido. Me gusta que me den la información pero el espectador debe ser tratado con inteligencia y obligarle a tomar una decisión, a buscar una opinión.

Pero no habéis podido rebatir algunos testimonios, se contestaban entre ellos...

Gerardo Olivares: Hicimos una lista de preguntas que era común a todos los entrevistados. Con esas mismas preguntas, podíamos ir jugando con las respuestas.

Álvaro Longoria: Tampoco se tiene que convertir en un partido de ping pong. Que las ideas se sostengan y tengan un argumento sólido y la gente lo explique con razón para que el espectador lo pueda seguir. Eso era lo que buscábamos. No queríamos la fórmula matemática de lo que dice uno y luego lo contrario. Hay un momento en que Albert Riera y Carles Puigdemont están hablando de los nacionalismos en Europa y están diciendo lo mismo. Los argumentos y los discursos no están tan lejos de lo que pueda parecer. El documental busca una narración constante y no un partido de tenis.

En campaña, los políticos se ofrecen a casi todo, ¿cuál ha sido la mayor complicación?

Álvaro Longoria: Era un momento muy delicado y la crispación era alta. Había mucho temor a que hicieses lo que hicieses te estabas posicionando. Costó explicarlo, que nosotros no somos las noticias, sino un análisis más profundo. Una vez el primer partido aceptó, todos aceptaron. Lo más difícil fue retratar la opinión de los presos porque no podían hablar. El candidato de ERC, Oriol Junqueras, no pudo hablar, y tampoco estaba claro quién iba a ser el portavoz. El partido que tenía más que perder y que, por tanto más se cerró, fue el Partido Popular. Los demás colaboraron en la medida en que fue posible.

A los mal llamados equidistantes les cuesta encontrar su sitio en el relato

Álvaro Longoria: Esa es una de las trampas del procés. La idea de que solo puedes pensar de una manera, estás conmigo o estás contra mí. Pasa con el tema de las fake news y la caja de truenos, la gente se retroalimenta de su opinión y no quiere escuchar la opinión del otro porque simplemente por ser distinta ya está mal. Esa es la tesis del documental, hay que huir de la simplificación binaria. La vida no es tan sencilla como blanco o negro. La gente que no es absolutamente independentista o está contenta con el status no tiene por qué ser equidistantes ni maltratados por los demás. En Cataluña la gran mayoría está en el medio, ni son absolutamente independentistas ni quieren quedarse igual. Esa idea solo la defienden los extremos, que son los que hacen más ruido.

¿La conclusión es una invitación al diálogo?

Gerardo Olivares: Yo lo que creo es que toda esta situación se ha ido agrandando como una bola de nieve porque las posturas de unos y otros eran casi innegociables. Rajoy creía que era un suflé y del lado de los nacionalistas, también ha habido una postura muy anclada. Se ha demostrado que no se ha llegado a nada y hay una fractura social en Cataluña. La única manera de solucionar esto es sentarse a negociar y cediendo por ambas partes, que es como se llega al consenso. La conclusión es que tantos los nacionalistas como el nuevo gobierno de Pedro Sánchez sí que hay una clara intención de poder desbloquear esta situación porque hasta ahora solo ha llevado a hechos muy desagradables. Por eso hemos querido cerrar el documental con la intervención de Johan Carlin diciendo: señores, dejen de comportarse como niños pequeños y siéntense a dialogar.

José M. Romero

José M. Romero

Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...

 
  • Cadena SER

  •  
Programación
Cadena SER

Hoy por Hoy

Àngels Barceló

Comparte

Compartir desde el minuto: 00:00