De mala fe
Madrid
Un traductor está obligado a ser fiel hasta en el tono de lo escrito en otra lengua. En la literatura y en cualquier otro texto, su actividad ha de ser transparente y fiel como un calco. Este desmán de abogados que auxilia al expresidente Puigdemont, capaces de desviar lo que dijo el juez Llarena para incriminarlo como prevaricador ante la justicia belga, es una burda argucia. En esta sucesión de insolencias protagonizadas por el político catalán todo parece ya una novela ennegrecida por la mala fe.