Plumas y lentejuelas
El editorial de Celia Blanco en 'Contigo Dentro'
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Getty Images
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Madrid
Andamos inmersos en la semana en la que más libremente evidenciamos nuestra sexualidad. Parece casi que solo durante esta semana podemos ser quienes somos sin que nadie pueda menospreciarnos. Pero también parece que esto del Orgullo es la excusa perfecta para unirse a una fiesta que ni siquiera se defiende. ¡Basta ya! Basta de hacer de estas reivindicaciones solo una exhibición de plumas y lentejuelas. Basta de convertir esta fecha en el Carnaval de principios de verano. Basta de olvidarnos de los que no se sienten representados en niguno de los parámetros comerciales y turísticos que el Orgullo provoca. Por primera vez en Madrid, el Orgullo Crítico ha desfilado por las principales calles de la ciudad. Sin supeditarse, como hasta ahora, a las callejuelas. Sin defender su Orgullo casi como si tuvieran que esconderse. Basta de creer que la bandera del arcoiris es lo único que necesitamos para creernos que apoyamos la diversidad sexual.
Lo hicieron los senadores de la derecha cuando hubo que votar que en las escuelas enseñáramos a no odiar por cuestiones de orientación sexual o diferencia de género. Lo hace María Dolores de Cospedal cuando se apunta al tanto del mensaje arcoiris olvidando que estuvo en las manifestaciones en contra del matrimonio igualitario y repudia la adopción de padres homosexuales. Lo hacen todos esos diputados que ponen en duda nuestros derechos, pero que seguro, se subirán el fin de semana que viene a una de las carrozas para que la prensa los fotografíe.
La lucha por los derechos por la diversidad sexual implica poca hipocresía. Defender esta lucha implica ser coherente. Y esa honestidad, a día de hoy, solo la ejercemos los ciudadanos. Ojalá seamos capaces de echar a patadas a todos los que nos utilicen y no nos representen.