¿Poder para qué?

Madrid

A las 9:00, Mariano Rajoy se incorpora a su puesto de trabajo como registrador de la propiedad en Santa Pola, en Alicante, y a esa misma hora Pedro Sánchez se somete a la primera sesión de control al Gobierno en el Congreso desde que es presidente. Habrá pocos momentos que mejor retraten en paralelo la vuelta como un calcetín que se ha dado la política española en pocos días. Y sin grandes dramatismos ni sobresaltos, simplemente, activando un mecanismo que está en la Constitución.

Rajoy vuelve al tajo y su partido busca cómo reconstruirse. Con seis candidatos, de momento, aunque lo más relevante es que entre ellos están las dos mujeres que más poder han tenido en el PP, después de Rajoy, en los últimos diez años. Ya ven, el presente de España sigue escribiéndose en femenino. Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría, cara a cara, defendiendo: una, las esencias ideológicas del partido; y la otra, la gestión de gobierno. Una polarización que han vivido ya otras formaciones en nuestro país pero que en el PP produce pánico.

A Pablo Casado le persigue su máster, con una investigación judicial que va poniendo al descubierto nuevas irregularidades. Y hoy ha convocado a los medios el ex ministro de Fomento Íñigo de la Serna. No se sabe si para postularse o apoyar a Sáenz de Santamaría.

Pero más allá de los nombres, todavía no hemos escuchado a ningún postulante una mínima autocrítica, un mínimo reconocimiento de cómo han llegado hasta aquí, de por qué han perdido el poder, encharcados en la corrupción, con España paralizada, la desigualdad creciendo y la crisis catalana sin resolver. Victoria, victoria, victoria, prometió Cospedal. Volver a gobernar, prometió Sáenz de Santamaría. El poder, sí. Pero, ¿el poder para qué?