Mínimos sexuales entre mis piernas
Si a la Tana se le pregunta como consigue amantes… Lo mismo es capaz de saberlo.
Madrid
Resulta que yo tengo diario desde antes de que lo recuerde. He escrito y descrito cada una de las etapas de mi vida, guardando declaraciones de amor que no se materializaron y dolores que sí me torturaron. Todos mis asuntos de cama deambulan por mis casas, convirtiéndose casi en cuadernitos biográficos que aparecen cuando menos me lo espero. Y entonces aparece uno con nombres y apellidos, el primero que no se quedó a dormir. El que te enseñó a echarlos de tu casa, el que te dio las palabras exactas para que ninguno remoloneara. Salió de puntillas después de haber entrado contigo en brazos. Algún que otro amante se ha sorprendido de que indagara antes siquiera de plantearnos que pudiéramos terminar liados. La verdad es que soy muy de preguntar, no solo delante de estos micros. Pregunto por inercia porque si quedo con alguien, es porque ya de entrada, ese alguien me interesa. Primero pregunto y luego calibro. Reconozco imaginarme en la cama a muchos y muchas que se cruzan en mi camino. Ojalá con más de uno temine enredando, de otros me iré alejando conforme vaya haciéndome una idea de cuáles son las normas sobre las que encierran su propio deseo.
Quiero elegir cuáles son los mínimos que exijo entre mis piernas. No hablo de exigir a mis amantes que sean la panacea del vigor sexual. Ni siquera les pido que sean especialmente originales si hablamos solo de restregarnos y adorarnos a ratos.. Pongámonos unos mínimos y rubriquemos también unos máximos. Sepamos hasta dónde queremos llegar con el penúltimo amante que nos conquistó, dejemos la improvisación para encontrarnos en la calle, para coincidir en el ascensor. Pero no me mientas. No lo hagas. Vale más que me digas a la cara que lo único que te encanta es follar conmigo a que termine creyendo que pasado mañana, aprovecharás que es mi noche libre, para buscarme donde tú ya sabes.
Imagino a mis amantes mucho antes de que lo sean. A veces la ensoñación apenas me dura unos minutos, los pocos que tardo en imaginármelos de rodillas en el plato de mi ducha... dejándome caer sobre la pared, cabalgando sobre el chorro intenso que fluye. A otros los imagino mirando el calendario, calibrando cuándo coincidiremos e imaginando cómo reaccionaremos al vernos de nuevo.
Me gusta imaginar los besos que no me han dado aún para alimentar un poco más mis ganas. Así, si tenemos la suerte de que nos crucemos, ya puedo decirte que esta vez no te escapas ni con alas.