Catalá no sabe ser ministro
El ministro, con una simple frase, lograba una variada gama de estropicios
Madrid
Vamos de asombro en asombro. Primero fue Montoro quien se descolgó de la línea oficial en el vidriosísimo tema catalán negando que el 1 de octubre hubiera sido financiado con fondos públicos. Una patada en el bajo vientre de Rajoy y un gran regalo para el independentismo, muy valioso sobre todo en los salones internacionales.
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Ayer fue de Rafael Catalá, el ministro de Justicia, quien consiguió la indignación unánime de las siete asociaciones de jueces y fiscales, conservadores y progresistas, al lanzar al aire un petardo que era la vez revelación y acusación. Estas fueron sus palabras: "todos saben que el juez de Ricardo González, el del voto particular que pidió la solución de 'la manada', tiene algún problema singular. Me sorprende que el Consejo no actúe". Eso dijo el ministro, desparramando interrogantes. Todos saben, dijo, ¿quiénes son todos? ¿qué saben? ¿qué problema singular? Me sorprende que no actúe el Consejo, dijo. ¿Haciendo qué? ¿O qué debiera haber hecho antes?
El ministro, con una simple frase, lograba una variada gama de estropicios, entre los que destacaban dos. Poner en entredicho al Consejo General del Poder Judicial y proyectar sobre el tribunal que dictó la sentencia una sombra deslegitimadora que es lo único que ya le faltaba.
Rafael Catalá se reafirma en lo que dijo porque ha afirmado que su obligación es advertir cuando observa alguna irregularidad y con eso demuestra que no sabe qué significa ser ministro porque, de saberlo, hubiera comunicado esas regularidades a las autoridades judiciales por el conducto reglamentario y no a un periodista en una emisora de radio.
Recordemos que Rafael Catalá ya tiene un borrón muy gordo por olvidar en qué consiste su cargo. Es el primer ministro de la democracia reprobado por el Congreso de los Diputados por injerencia acusado de meterse donde no le llaman y entorpecer la acción de la justicia para defender a los acusados de su partido en el caso Lezo. Eso ocurrió exactamente hace un año. Conclusión: si Catalá no sabe ser ministro, no debe serlo.