Esa persona de la que me habla pero a la que espío
El PP exhibe su legendaria pegada en el caso Cifuentes
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Esa persona de la que me habla pero a la que espío
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Una de las enseñanzas del caso Cifuentes es que en el PP las cosas se hacen bien cuando se quiere, aunque sea para hacer el mal. Por un lado hay dirigentes del partido que alegan ignorancia para esquivar responsabilidades: “yo no estaba al tanto”, “desconozco de lo que me habla”, “esa no es mi competencia” o “de eso me he enterado después”; por otro, no sólo saben todo sobre la vida pública de sus compañeros de partido, sino también de su vida privada. Son, en Madrid, los cargos más informados de lo que pasa a su alredor: han encargado espionajes, han hecho circular dossieres, conocen hasta el último movimiento del último euro público y saben lo que hacen sus subordinados, o sus jefes, a cualquier hora y en cualquier lugar. Es un partido engrasado. Es una máquina de hacer fútbol. Con Cifuentes han demostrado competencia, rapidez de reflejos, capacidad de persuasión, una paciencia a prueba de bomba, confianza en la prensa, y, sobre todo, una fulminante eficacia. Por un lado se borran los ordenadores a martillazos, desaparecen archivos informáticos y no se encuentran contratos públicos, pero se conserva intacto desde hace siete años un vídeo de Eroski, rodado por Kevin Smith en Mallrats, que era ilegal tener. Que a lo mejor ése es el secreto de la legendaria eficacia del PP: decirles que algo es ilegal para que lo hagan bien.
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Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario...