A las cinco de la tarde
Turull puede acabar inhabilitado para cargo público. Y por eso las prisas, para investirlo hoy y que, si ocurre, mañana se procese ya a un presidente de la Generalitat investido por una cámara democrática
Madrid
Hoy hace tres meses amanecíamos en Barcelona contándoles el resultado de las elecciones en Cataluña y en vísperas del sorteo de la lotería de Navidad. Se había producido un acontecimiento político de primer orden, un partido constitucionalista, Ciudadanos, había ganado las elecciones pero los independentistas sumaban mayoría absoluta en el Parlament y podían formar gobierno. De entonces acá, tres meses, ha quedado claro que una parte muy importante de la dirigencia independentista sigue empeñada en buscar en el enfrentamiento su razón de ser, aunque sea al precio de mantener a toda una comunidad, a todos los catalanes, en el limbo político.
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Han pasado tres meses, la vida ha seguido, el 155 se continúa aplicando, Cataluña sigue sin autogobierno, con la autonomía gestionada desde el gobierno central. Y cada nuevo paso que dan los dirigentes que han liderado este camino a ninguna parte vuelve a la casilla de salida.
Esta tarde hay pleno de investidura en el Parlament, a las 5 de la tarde, para investir a Jordi Turull como presidente. Pleno convocado ayer a última hora, a todo correr, para responder al anuncio del juez LLarena de citar mañana viernes a los investigados por el 1 de octubre. Entre los citados está Turull, que puede acabar inhabilitado para cargo público. Y por eso las prisas, para investirlo hoy y que, si ocurre, mañana se procese ya a un presidente de la Generalitat investido por una cámara democrática. Después de tres meses sin ponerse de acuerdo entre ellos mismos, la pirueta independentista de hoy busca poder esgrimir a partir de mañana, otra vez, el agravio y el enfrentamiento con el Estado como argumento de su propia parálisis.