"Trump ha conseguido convertirse en la estrella de su propio reality show"
"El trabajo de Trump consiste en generar conflictos que puedan desarrollarse bien en televisión"
"Para el presidente Donald Trump, Melania era una mujer trofeo y la presentaba como tal"
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Madrid
El periodista Michael Wolff, autor de “Fire and Fury: Inside the Trump White House”, el libro que desnuda las interioridades del primer año de mandato de Donald Trump y que provocó su ruptura con Steve Bannon, ha sido entrevistado este domingo por Javier del Pino en el programa A vivir de la Cadena SER.
Wolff que ha sido columnista en Vanity Fair, New York Magazine o Hollywood Reporter y escribe a menudo sobre el mundo de las estrellas y los medios de comunicación, ha pasado por los micrófonos del programa líder de las mañanas del fin de semana en la radio para presentar su libro.
Dígame algo bueno de Donald Trump.
A veces es gracioso, es un buen vendedor, es muy halagador, a mí me ha halagado y eso hace que te sientas bien. Creo que eso es todo... bueno, es un buen actor. Su esencia es que no puedes apartar los ojos de él.
Ha destacado la palabra flattering. Hay que elogiar a Donald Trump para ser su amigo. ¿Es la mejor manera de acercarse a él y conseguir cosas como la que usted ha conseguido?
Si, creo que en sus momentos más felices es cuando le están elogiando y cuando él, a cambio, puede elogiarte a ti. Es el ciclo ideal para Trump, que todo el mundo se elogie.
¿Hay que entender a Trump como un niño malcriado para tratar de saber por qué actúa de la manera que actúa?
Cada uno de los consejeros superiores de Trump, literalmente al 100%, me lo han descrito como un niño. A veces como uno de 16 años, a veces de 11, y en ocasiones de 2 años, pero siempre dicen lo mismo: que para Trump se trata de gratificación inmediata. Lo que quiere lo quiere ahora mismo.
Como un niño que quiere un caramelo. Usted escribe en el libro que el 100% de la gente que le rodea piensa que está incapacitado para ser presidente.
Al 100%. Yo creo que para mí esto ha sido lo más asombroso, porque los asesores de un presidente, necesariamente, le son leales. En realidad creen en él, es casi la naturaleza del trabajo, la índole de la política, así que ha sido asombroso verlo. Yo he estado en la Casa Blanca durante un periodo de siete meses y veía a los consejeros de Trump. Hasta sus propias actitudes cambiaron. Pasaron de lealtad a cuestionarle, a estar atónitos, a desilusionarse, y, al final, creían que todo esto era algo entre la comedia y la catástrofe.
¿Es verdad que Donald Trump nunca lee nada?
Ni una sola palabra, ni una sola frase, nada. Es extraordinario. Y es una de las cosas que las personas más cercanas a él encontraron más destacable y más les confundía. En la naturaleza de ser presidente de los EEUU va el trabajo de absorber información. Y si rehusa a leer te viene a la mente una pregunta: ¿cómo, literalmente, puedes transmitir información a este hombre? Y es más problemático porque no sólo no lee, sino que tampoco escucha. Ha sido la crisis central de esta Casa Blanca, cómo llegar a Donald Trump.
Hay una anécdota muy sabrosa en el libro, en la que usted cuenta como alguien intenta explicarle el contenido de la Constitución y no consigue pasar de la cuarta enmienda porque se aburre.
La persona que tenía este trabajo me describió que cuando llegó a la cuarta enmienda, Trump se estaba tocando el labio.
Y aburrido como una ostra, porque no quería seguir. Hay una cosa que mucha gente tampoco sabe de Trump, y es que él ve de cuatro a cinco horas de televisión al día, según ha contado mucha gente. Usted también lo narra en el libro. Ve básicamente Fox News, que es la cadena que le elogia y le dice lo que tiene que hacer en el programa de la mañana. Así que, básicamente, ustedes los americanos están gobernados por una cadena de televisión de derechas que es Fox News.
¿Sabe usted? Voy a hacer una distinción en este punto porque creo que, en el pasado, esto era más cierto en los candidatos republicanos. La diferencia es que Donald Trump se ha convertido en la estrella por excelencia en esa cadena. No es que la cadena le gobierne a él, sino que él gobierna a la cadena. Yo creo que puedes dar un salto y comprender que Donald Trump no se ve a sí mismo como presidente de EEUU, se ve a sí mismo como la estrella de televisión más importante del país o del mundo. Él ve su trabajo como crear los conflictos que quedan bien en la tele y que atraen a un público muy grande.
Recuerdo la campaña electoral, siempre se decía que Trump lo que quería no era ser presidente, era ganar, porque lo que más le gusta en la vida es ganar. Sin embargo, de la lectura del libro se desprende que nadie, ni siquiera él, pensaba que sería capaz de ganar esas elecciones, hasta el punto de esa noche electoral, cuando se confirmó la victoria, se llevó una cierta desilusión al saber que iba a ser presidente.
Aquí también voy a hacer otra distinción. Desde luego que Trump quiere ganar, pero la cuestión es ¿qué quiere ganar? Durante la campaña, yo le preguntaba por sus objetivos y fue muy preciso, me dijo que su objetivo era convertirse en el hombre más famoso del mundo. Y es un objetivo independiente de ser el presidente de los EEUU y yo creo que al presentarse a la presidencia, él creía que se iba a convertir en el hombre más famoso del mundo. Y eso ocurrió. Luego, casi de forma accidental, o como un gran error cósmico, se convirtió en el presidente. Con lo cual eso confundió a todo el mundo, también a Trump. Había conseguido su objetivo de convertirse en el hombre más famoso del mundo, pero también era el presidente de Estados Unidos y tenía que lidiar con esa circunstancia. Hubiese sido más fácil y mejor para él sólo ser el hombre más famoso dek mundo en lugar de ser el presidente, ya que ahora tiene que rendir cuentas todos los minutos de todos los días.
Y que tiene que trabajar 24 horas al día y 7 días a la semana. ¿Cuál fue su reacción y la de Melania también después de la victoria?
Su reacción al ganar la presidencia fue de estupefacción. Todo el mundo estaba sorprendido, pero nadie lo estaba tanto como él. Para su esposa fue un auténtico momento de crisis. Sorprendentemente, ella era una de las pocas personas que creía que si se presentaba se convertiría en presidente. En el círculo de Trump, se convirtió en una especie de chiste. Su hija Ivanka decía entre risas que "lo único que tienes que saber de Melania es que cree que mi padre a lo mejor puede convertirse en presidente". Durante la campaña, esta posibilidad era una preocupación para Melania. Trump le decía "de verdad no tienes que preocuparte, no voy a convertirme en presidente, no te preocupes". Luego se convirtió en presidente y, en ese momento, ella se puso a llorar y, como digo en el libro, no eran lágrimas de alegría.
De hecho, cuesta mucho saber lo que pasa por la cabeza de Melania, pero con el paso del tiempo, un año ya desde que jurase el cargo, no da la sensación de que se sienta muy confortable siendo la mujer de Donald Trump.
Todo el mundo especula respecto a esta relación. La suposición más comentada es que antes de la presidencia tenían un acuerdo, un arreglo. Para él era una mujer trofeo, de hecho, la presentaba como 'esta es mi mujer trofeo'. Era un término de elogio de parte de Donald Trump. Pero la naturaleza del acuerdo era que Melania sería 'mujer trofeo', pero que no iban a pasar mucho tiempo juntos. Dado que Trump tenía muchas inmobiliarias era muy fácil mantener esas distancia. Esto se ha vuelto mucho más difícil ahora en la Casa Blanca. Melania ha tardado seis meses en mudarse, cuando se vio obligada a hacerlo encontró que los aposentos son más pequeños de lo que ellos estaban habituados. Esto que ha provocado muchos roces y muchas preocupaciones.
Qué incómodo tiene que ser vivir en la Casa Blanca viniendo de donde vienen. Ha mencionado a Ivanka. En el libro, un alto cargo de EEUU, define a Ivanka Trump como "más tonta que una piedra" si no recuerdo mal. Tenga la capacidad intelectual que tenga, ¿hasta qué punto es ella la que mueve los hilos de lo que hace su padre?
Ella tiene una influencia extraordinaria en la Casa Blanca. Ivanka y su marido, Jared Kushner, sin ningún tipo de experiencia en el Gobierno o en la política, están haciendo política en asuntos internacionales. Se han convertido en unas de las personas más influyentes en el gobierno estadounidense con una relación personal con Trump. Más allá del hecho de que no están preparados para esto, la propia naturaleza ser la hija y el yerno del presidente y tener cargos altos... es algo que paraliza la Casa Blanca, porque pueden con cualquier persona. La Casa Blanca se ha convertido en algún tipo de tribunal de corte real.
Es un ejemplo de nepotismo que yo creo que será estudiado por varias generaciones. Varios de ellos, especialmente el yerno, están implicados de alguna manera, según algunas de las cosas que les cuentan sus fuentes dentro de la Casa Blanca, en reuniones con el Gobierno ruso, ¿Hasta qué punto el material del libro puede acabar siendo utilizado por los tribunales en esta investigación?
Yo creo que hay una escena que es un punto de inflexión. Es la que ocurrió en el Air Force 1, el avión presidencial, tras el desenmascaramiento del encuentro de Jared Kushner con los rusos en la Torre Trump. En el Air Force 1, se hizo un informe, un borrador para la prensa, en el que el mismo Trump figuraba como autor y eso era falso, era un intento de mentir a la prensa y a los investigadores. Y esta escena se ha convertido en un enfoque de la investigación de Mueller como instancia de una posible obstrucción a la justicia.
Es una investigación que está tardando mucho y de la que quedan mucho cables sueltos. Es muy curioso, y lo hemos comentado antes de empezar esta entrevista, cómo usted fue capaz de pasearse por el ala oeste de la Casa Blanca durante meses y meses como si fuera un mueble sin que nadie reparase en usted, y ya que estaba ahí le contaban cosas. Es un método periodístico muy particular.
Es un método tradicional periodístico, ser una mosca en la pared, es un enfoque distinto al que tienen normalmente los periodistas políticos en Washington. Yo estuve en la Casa Blanca durante unos siete meses y yo creo que durante ese tiempo no hice ni una sola pregunta, así que a diferencia de los periodistas políticos, que siempre están pidiendo explicaciones o justificaciones, yo solo estaba ahí para escuchar, era como un agujero negro, yo sólo escuchaba y miraba.
Pero por una razón fundamental y es porque la gente pensaba que era amigo de Donald Trump. De hecho, era su amigo.
Bueno, yo no diría que fuéramos amigos, pero tampoco era su antagonista. La prensa se convirtió en su antagonista durante la campaña. Toda la prensa estaba horrorizada por la campaña. Más aún por su victoria. Supongo que se podría decir que yo me contenía, yo estaba abierto a cualquier cosa que pudiese pasar. Yo empecé todo esto dispuesto a escribir un libro totalmente distinto. Estaba dispuesto a escribir un libro en el cual Trump se convertía en un éxito político inverosímil. Luego no escribí este libro, porque eso no es lo que vi, había visto lo contrario, no únicamente una carencia de éxito, sino un desmoronamiento total en todos los aspectos ejecutivos del Gobierno. Es un punto importante el saber que yo no tenía nada preconcebido cuando entré en la Casa Blanca.
De hecho, el libro que usted había prometido escribir, digamos, se llamaba algo así como 'Los 100 primeros días de Trump en la Casa Blanca'. Supongo que todo el mundo pensaba que iba a ser un libro de elogio y acabó siendo esto en lo que se ha convertido 'Fuego y Furia'. El libro tiene errores, usted lo ha reconocido también, muchos periodistas se han dedicado más a buscar esos errores...
Espere, espere un momento. Yo no he reconocido eso. Yo he reconocido que hay dos nombres que había mezclado. Ha habido muchos focos sobre este libro porque se ha convertido en un suceso político ya que Trump quiso paralizar su publicación. Se ha convertido en algo tan polémico como el mismo Donald Trump, al menos entre los partidarios del presidente. No hay errores, de momento, estoy orgulloso de decir que el libro se ha defendido muy bien.
De hecho también le he preguntado antes si le ha llegado alguna de las querellas con las que mucha gente había amenazado y de momento no ha llegado ninguna, lo cual es buena señal. Sí que hay un error reconocido, que es un cambio de nombres. Usted confunde a un reportero del 'Washington Post' con un lobista demócrata en un desayuno en el Four Seasons si no recuerdo mal.
Hay dos personas que se llaman Portman y tienen el mismo apellido, pero esto ya se ha corregido.
¿No le parece curioso como a los pocos días desde que se filtraran los primeros párrafos del libro hasta que fue publicado, muchos medios de comunicación se dedicaron a intentar desmentir lo que usted comentaba en lugar de intentar contarlo?
El libro se convirtió en una sensación casi de inmediato, en parte porque Trump quiso parar su publicación. Yo creo que, de alguna forma, la historia había sido robada de esta industria, de la prensa de Washington, que se creía propietaria de ella. Yo no tengo ningún problema con Washington ni con sus periodistas. Lo que yo hago es distinto a lo que hacen ellos. Mientras ellos se centraban en los sucesos diarios, yo me centraba en escribir un libro, en contar esta historia y brindar otro tipo de contenido. Pero habiendo publicado todo esto, al menos durante un momento, parece que yo me haya hecho con una gran historia y los periodistas son competitivos. Ellos no sabían lo que era este libro, les había pillado por sorpresa, pero como venía diciendo, esta es la historia de nuestra época y se va a contar de muchas formas.
Usted dice que no es un libro periodístico convencional en el que todo esté entrecomillado. Es otra forma de contar lo que pasa a través de lo que ha ido escuchando. A veces, lo que usted ha ido escuchando es incluso contradictorio.
Yo esto lo abordo no como periodista político, sino como escritor, con lo cual mi objetivo aquí es coger lo que yo había visto y escuchado y ponerlo en una página de forma que los lectores puedan acercarse lo máximo posible a experimentar lo que yo había experimentado. Yo no escribo un libro acerca de política, escribo acerca de carácter, acerca de lo que el poder le hace a la gente, acerca de esta situación inverosímil, de que estas personas inverosímiles de repente se encontraban en una situación de poder. No se trata de política, sino de naturaleza humana.
Como votante americano, ¿le sorprende lo que la derecha de su país es capaz de personar, los pecados, digamos, que es capaz de perdonar, y lo que la izquierda es capaz de soportar en el caso de Donald Trump?
Sí, el fenómeno Trump. Una de las cosas que hace que sea tan interesante es que mucho de esto no tiene explicación. No se trata de política. Si intentas examinarlo desde un punto de vista político... la política, recordemos, es una hiperracionalidad. Entonces te caes, te derrumbas. Donald Trump, uno de los mujeriegos más importantes del mundo, es un hombre que está obsesionado con las mujeres, una vez le dijo a uno de sus amigos, y esto lo cito en el libro, que lo que hace que merezca la pena vivir es acostarte con las mujeres de tus amigos. Cómo puedes dibujar una línea lógica desde ahí al hecho de que tiene mucho apoyo de los evangelistas estadounidenses? Esto no se puede explicar, quizás en términos del show bussiness. Él es una estrella de televisión de los reallities y la naturaleza de estos programas es crear tanto conflicto como puedas, cuantos más conflictos, más éxito. Y creo que esta lección la ha aplicado a la política.
Un conflicto cada dos minutos, y si tuiteas cada tres, mejor. Vamos a acabar por el principio, escuchábamos esas palabras pronunciadas por Trump, 'Fire and Fury', que dan título a este libro, él lo decía en referencia a Corea del Norte. Por lo que usted ha hablado con la gente de su entorno, ¿cómo de preocupados deberíamos estar ante la posiblidad de que Trump pueda iniciar un cataclismo contra la humanidad?
Creo que a Trump le interesa mucho más hacer declaraciones que otra cosa. Mucho menos le interesa ir a la guerra. Trump no quiere ir a la guerra. Ir a la guerra precisa de un enfoque, centrarse en detalles, en datos, hace falta una estrategia, tienes que estudiar y escuchar a los generales y eso Trump lo odia porque les encuentra muy aburridos. Por lo tanto, quizás no hay mal que por bien no venga, él no quiere hacer nada, solo quiere atención y la consigue al hacer esas declaraciones o al tuitear. Es la naturaleza de su conflicto. De alguna forma es la ilusión de un conflicto, es lo que se hace en la televisión en los reallities.
Javier del Pino
Dirige y presenta 'A vivir que son dos días', sábados y domingos de 8:00 a 12:00 h. Una mirada distinta,...