¿Los estamos dejando morir?
Sea incompetencia o desidia, la inacción les hace cómplices de la dramática situación que viven estas personas
Madrid
En los últimos días, han muerto de frío en la frontera libanesa al menos 17 refugiados que huían de Siria. En los últimos días, Óscar Camps ha lanzado un llamamiento desesperado desde su barco de Proactiva Open Arms que ha llegado a recoger en el mar a más de 500 personas, entre ellas 50 mujeres embarazadas y más de 30 bebés. Ambas señales nos muestran que el flujo de inmigrantes permanece, que los problemas de origen no se resuelven y que las mafias que negocian con la desesperación de estas personas son mucho más eficaces que los estados de los que salen y, tristemente, que los estados que deberían acogerlos.
En septiembre se cumplió el plazo de dos años que la Unión Europea se había marcado para acoger a 180.000 refugiados. Nuestro país había cumplido poco más del 11% de su compromiso y la Unión, un 25%. Sea incompetencia o desidia, la inacción les hace cómplices de la dramática situación que viven estas personas y que ha convertido al Mediterráneo en un cementerio en el que el año pasado murieron más de 3000 personas. Sin ONG como las que actúan en el mar la cifra sería aún más negra. La pregunta es si podrán aguantar mucho más haciendo el trabajo que correspondería a otros.