Del desorden al caos
Claro que Arrimadas y Ciudadanos han obtenido un triunfo histórico. Tan cierto como que los independentistas, a pesar de todas sus barrabasadas, se han llevado el premio mayor: poder gobernar
Claro que Arrimadas y Ciudadanos han obtenido un triunfo histórico. Tan
cierto como que los independentistas, con sus prófugos y sus encarcelados,
a pesar de todas sus barrabasadas, de la fuga de empresas, del desprecio
internacional, a pesar de todo ello, decimos, se han llevado el premio
mayor: poder gobernar. Y cuanto antes nos entre en la mollera, tanto mejor
será: sí, han ganado Puigdemont y Junqueras, bien que con la estrafalaria
guinda de la CUP. Dejemos pues las ensoñaciones de derrota secesionista,
y admitamos que toda la gestión política del tema catalán por parte del
Gobierno ha sido un desatino gigantesco que al final ha obtenido el
reconocimiento que se merecía: el fracaso y la casi aniquilación en
Cataluña, con tres míseros diputados. Resulta que el partido del Gobierno
ha desaparecido de la quinta parte de España. Grandioso. Tampoco el
PSOE y el PSC deben echar las campanas al vuelo, saldada la batalla con
un resultado mediocre, aunque algo mejor que el de Podemos y sus aliados,
escondidos en el acobardado sí pero no. Ciudadanos ha conseguido hacerse
con el estandarte de los excluidos del proceso secesionista, que han elegido
la formación más polarizada: española, no, españolísima. Asusta el primer
discurso belicista de Puigdemont, pero ahora empieza una travesía
imposible en un mar de tinieblas hasta un puerto indefinido. Caos es poco
para la que nos espera.
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