Laura limpia casas y sueña con Disneyland

Tarragona

La crisis institucional y social que vive Cataluña ha removido juicios de valor, agravios y tópicos de uso doméstico que pervivían más o menos aletargados. Hoy brotan de  bocas y plumas con más fuerza, sin ningún pudor y con peores consecuencias.

No se admite la duda. Se manejan como verdades absolutas.  Los catalanes son así y son asá,  se dividen entre buenos y malos, entre independentistas y españolistas. Y si usted se coloca en medio, malo también. Nadie se libra.

 Los juicios y etiquetas funcionan también en dirección contraria. Se apela a la "verdad histórica" e incluso a la "ciencia" para demostrar que los españoles son esto y aquello, que en España impera el fascismo y cosas parecidas. Así resulta más fácil comprender una situación de complejidad extrema. Con la ventaja añadida, de que además no hay que pensar.

Pero pensemos.

Más de cinco millones de catalanes han sido convocados a las urnas el próximo 21 de diciembre para elegir el nuevo Parlamento de Cataluña. A lo largo de los próximos días escucharemos a algunos de esos catalanes. Pero no queremos saber si están a favor o en contra de la independencia, si van o no a votar y cuál es el partido político que más se acerca a sus aspiraciones. Siendo muy importante, creemos que reducir la vida de una persona a la etiqueta "independentista" o "no independentista" no es justo. Así que miremos y escuchemos a los catalanes sin prejuicios. ¿Quienes son, qué hacen, cómo transcurren sus días?

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Hoy, Laura Batista Martínez, de Tarragona.