Frenar antes de despeñarse
Se palpa en el ambiente que hay temor, mucho temor en ambas partes a dar el primer paso para provocar el descenso a los infiernos de la puesta en marcha material del 155
Tan abrumadoramente grave es la situación, que ya no es momento ni siquiera de enumerar la cadena de errores que nos han llevado hasta el precipicio. Ya habrá tiempo para analizar con cuidado qué ha pasado en los últimos años para acabar en esta locura. Apenas quedan unas pocas horas para la solución final, y Puigdemont tiene la llave en esa sesión del Parlament que comienza este jueves a las 10 de la mañana: proclamación de la república catalana o elecciones. Seguro que habrá opciones intermedias, siempre las hay, pero en estos momentos ya se antojan puras filigranas que no llevarían a nada. El Senado ha citado al President para esa misma tarde del jueves, comparecencia difícilmente compatible con la sesión de la mañana en Barcelona, o para la sesión matutina del viernes, para la que ya contaría con tiempo más que suficiente. Todavía no ha dicho Puigdemont si piensa venir, pero esa asistencia, sea con debate con Rajoy o sin él, solo tendrá sentido según lo que el presidente haya anunciado el jueves. Lo cierto, y se palpa en el ambiente, es que hay temor, mucho temor en ambas partes a dar el primer paso para provocar el descenso a los infiernos de la puesta en marcha material del 155, ese ignoto camino de final peligrosísimo. Y si todos vislumbran el desastre, ¿por qué nadie frena?
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