Argumento insuperable

La fecha elegida por el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, para convocar, por fin , el pleno del Parlament de Cataluña podría dar aliento a la esperanza: el jueves es un día antes de que el Senado decida si aprueba la solicitud del Consejo de ministros de aplicar el artículo 155 de la Constitución. Es decir, todavía habrá tiempo, el jueves, para que Puigdemont convoque elecciones en su condición de presidente de la Generalitat e influya en la paralización de esas medidas excepcionales. La convocatoria de esas elecciones, sin adjetivos, es decir, sin que se califiquen de autonómicas, si así lo necesita Puigdemont, pero sin que tampoco se anuncien formalmente como plebiscitarias ni como constituyentes ni como nada parecido, puesto que se deben convocar de acuerdo con la legalidad vigente, es la vía que puede desactivar la crisis y permitir que se gane el tiempo necesario para que los independentistas vuelvan a la realidad y la política vuelva a cumplir su función mediadora.

La política decía la filósofa judía alemana Hanna Arendt, trata sobre el hecho de estar juntos. Lo político, escribió, surge de la relación misma de los diversos. Tiempo, pues, para, basándose en la razón y en esa nueva actitud política, encontrar una solución razonable al conflicto planteado. La convocatoria de elecciones por parte del president Puigdemont provocaría un verdadero suspiro de alivio en toda España, y desde luego en amplios sectores de la propia sociedad catalana, extraordinariamente fracturada a estas alturas. La evidencia de que las elecciones pueden ayudar a aliviar ese deterioro de la convivencia interna en Cataluña debería ser un argumento insuperable.