Amor u odio
Si nos queremos –y por lo tanto nos respetamos– alguna solución habrá. Si lo que prima es el odio y la puñetera ambición del corto plazo, los mamporros –en todos los sentidos– no han hecho más que empezar
Madrid
Les hablamos desde Barcelona, donde la resaca y el cabreo por la vergonzosa jornada de ayer se huele en todas las esquinas y se cuela en todas las conversaciones. Pero como al mismo tiempo, desde Madrid, el Ministro del Interior defiende a capa y espada una actuación policial que hasta la ONU y la Comisión Europea ponen en cuarentena, sólo se me ocurre una cosa: que tal vez, sin saberlo, habitemos planetas distintos.
La opinión (02/10/2017) - 'Amor u odio'
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Anoche escuchando ‘El larguero’ me ocurrió algo que apunta en esa dirección. Todos los periodistas deportivos de referencia en Catalunya, todos, defendían sin ningún asomo de duda que el Barça - Las Palmas no tenía que haberse jugado; ni a puerta cerrada ni nada: no se tenía que haber jugado, unanimidad total. Pero entre los periodistas deportivos de Madrid –o de fuera de Catalunya– muy mayoritariamente no entendían ni que el Barça se hubiera planteado no jugar. Describo esto sin poner ningún adjetivo a la postura de unos o de otros; me da igual.
Lo relevante –para mí– es que la percepción de la realidad sea tan diametralmente opuesta. Igual les parece un ejemplo muy tonto, pero creo que explica muchas cosas. El filósofo y pedagogo, Gregorio Luri, decía el otro día que “es más importante amarse que entenderse”. Al final va a tratarse de eso, y lo hago extensivo a todos los frentes: dentro de Catalunya, fuera de Catalunya, Catalunya - España, España - Catalunya… y no hablo sólo en términos políticos: o nos queremos, o nos odiamos.
Si nos queremos –y por lo tanto nos respetamos– alguna solución habrá. Si lo que prima es el odio y la puñetera ambición del corto plazo, los mamporros –en todos los sentidos– no han hecho más que empezar.