Alexander Payne pierde sus aristas en 'Downsizing'

Venecia

Había caras largas a la salida del pase de prensa matutino de Downsizing. La última comedia del corrosivo Alexander Payne (Election, Entre Copas, Los Descendientes, Nebraska) tiene un planteamiento de ciencia ficción aplicada a un hombre de media americana, que se embarca en un programa científico de reducción de estatura en humanos para no contaminar el planeta.

Matt Damon entra con solvencia en la piel de un perdedor nato –según los criterios occidentales- y su vida se convierte en una montaña rusa emocional. Empieza siendo narrativamente vertiginosa y políticamente incómoda, al describir el capitalismo como un mal inevitable en el que siempre habrá pobres de razas oscuras y ricos rubios.

El sarcasmo de Payne es una delicia, pero se ha encargado de trillarlo él mismo. Crítica a la superioridad intelectual de las élites progresistas pero cae en su misma trampa. No se moja, trata al espectador con displicencia y lo peor es que cree que no importa: "Creo que esta película es optimista en algunas cosas y pesimistas en otras", nos contestó a la petición de una definición de la postura ideológica de Downsizing.

Downsizing será una de las películas del Oscar de 2018, tiene hechuras para ello. Sin duda, tiene destellos y chorros de inteligencia que lamentablemente han acabado en un remanso convencional y buenrollista. Impropio de Payne, de ahí las caras largas a la salida de la sala.