Irresponsable económico y político
Josep Ramoneda reflexiona sobre la declaración de Rajoy en sede judicial y el problema catalán
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El dietario de Ramoneda del 26 de julio
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Barcelona
Irresponsable económico e irresponsable político, este es el resumen de la declaración de Mariano Rajoy como testigo en el caso Gurtel. “Mis responsabilidades son políticas, no de contabilidad”. Este ha sido el eje de su argumentación. Rajoy se declara irresponsable de la economía del PP, porque el sólo se ocupa de política. Pero en la medida en que no asume las responsabilidades políticas que le corresponden como máxima autoridad del partido es doblemente irresponsable. Un mal ejemplo ante la ciudadanía que espera jefes que den la cara cuando en su casa las cosas se hacen mal. Lo de hoy, por mucho que el PP haya tratado de edulcorarlo, era una marrón. Y así ha sido: ceñido a la consigna de su abogado de negar cualquier relación con los dineros su declaración ha parecido más la de un acusado que la de un testigo. Y no ha disipado ninguna duda sobre su responsabilidad, esta que desde el primer día viene negando. La circunstancia no era para tratar con desdén y arrogancia a los que le interrogaban. Pero el presidente estaba enormemente incómodo. Y se ha notado.
Oído en un alto despacho barcelonés: en Madrid se inventan ficciones sobre Cataluña y se las creen. Por eso yerran en su estrategia. La última fantasía es que no habrá referéndum si no elecciones. Con tanta vacilación, les cuesta entender que nadie saldrá indemne de esta historia. Y que en cualquier caso, el 2 de octubre, con o sin referéndum habrá en Cataluña los mismos independentistas o algunos más, difícilmente menos.
Arlie Russell Hostchild en su libro “Extranjeros en la propia tierra” habla de las necesidades emocionales del voto. Los que se sorprenden de que los ciudadanos voten a veces contra sus aparentes intereses económicos no entienden nada. En el voto pesan historias profundas de la estructura simbólica de cada cual, que estimulan la ansiedad, la esperanza, la decepción o el orgullo. Y eso es lo que explica que algunos sectores sociales conecten con candidatos inesperados: Trump, por ejemplo.