Contorsiones
El anuncio de García-Page para sumar a Podemos a su gobierno es propio de la política, todo el mundo hace de la necesidad virtud. Pero las sobreactuaciones de los últimos años van a dejar a algunos camino del fisioterapeuta. Ahora, empieza a imponerse la realidad
Termina San Fermín , acaba el curso político, pero el verano promete grandes sorpresas. La política española entra ardiendo en la 'etapa de las calores' que dicen en Andalucía. El curso termina con grandes movimiento que pueden alumbrar un panorama bien distinto en el mes de septiembre.
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Uno muy relevante y significativo de las últimas horas. PSOE y Podemos pueden gobernar juntos en Castilla La Mancha. Sería el primer gobierno autonómico de los dos partidos en liza por la izquierda y además el proponente es un barón socialista que llegó a amenazar con dejar la política si ganaba Pedro Sánchez las primarias, entre otras cosas, por su voluntad de entenderse con Podemos.
La política es así, no es nada nuevo, todo el mundo hace de la necesidad virtud pero las sobreactuaciones y las contorsiones de los dos últimos años van a dejar a algunos camino del fisioterapeuta. García Page no podía sobrevivir sin presupuestos y Podemos necesita frenar la caída en las encuestas que penalizan su esquinamiento en el rincón de gritar. A la espera de que los inscritos de la formación morada lo ratifiquen en una consulta, la realidad empieza a imponerse en Castilla La Mancha.
Y movimientos también muy serios en Cataluña, con lo que parece una inminente crisis de gobierno. El procés no admite dudas, prudencias ni temores por el patrimonio personal, y Puigdemont acepta la exigencia de su socio Junqueras de un gobierno sin fisuras. El espectáculo de contradicciones, miedos, sospechas, ocultamientos y vaivenes da la medida del callejón en el que se han metido, y lo que es peor, en el que quieren meter a los catalanes.
Hoy también PSOE y PSC presentan en Barcelona su propuesta para salir de esta: reforma federal, respeto a la lengua, recuperación de articulos cepillados del Estatut de 2006. Quizás sea la solución al final, la duda es cuánto sufrimiento inútil nos cueste llegar hasta ahí.