¿Por qué nos reunimos para comer y nos aislamos para ir al baño?
El periodista Manuel Hidalgo presenta el libro 'El lugar de uno mismo', un gran homenaje al aseo y una reflexión sobre el pudor

En el baño, todos los elementos están dispuestos para hacer desaparecer lo que allí ocurre. / ELECTRO_N1

Madrid
Según recrea el retrato biográfico Hitchcock (2012), el director de cine se las veía y las deseaba con la censura de las productoras norteamericanas, entonces aún regida por el llamado Código Hays. Los estudios creían demasiado fuertes no tanto las escenas de la violencia en sus películas, sino encuadres y sonidos harto más mundanos: el plano de un inodoro y el ruido que de él emanaba cuando alguien tiraba de la cadena. ¿Por qué lo relativo al cuarto de baño es, aún hoy, un objeto de pudor?, se pregunta el periodista Manuel Hidalgo. Su libro El lugar de uno mismo (Alianza, 2016) reflexiona sobre todo lo que nos ocurre cuando estamos en el aseo.
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Hasta tres años llegaremos a pasar, a lo largo de nuestras vidas, en esa habitación en la que se encuentra el inodoro, el espejo o la ducha, y en la que, cada vez con menos frecuencia, conviven el bidé y la bañera. Según el autor navarro, nacido en 1963, "en el baño nos protegemos desde una paradoja. Allí hacemos algo privado que, en realidad, hace todo el mundo". Como cuenta su libro, en el cuarto de baño, la mayor parte del tiempo, ni siquiera nos bañamos: así que su mismo nombre es un eufemismo. En un trabajo repleto de referencias culturales asoman Quevedo y el Siglo de Oro: él no mostraba ningún problema en emplear la palabra cagar.
"En el baño nos ponemos a punto, acicalamos nuestro personaje antes de salir al mundo", apunta Hidalgo. Su trabajo evoca los años en los que los baños eran blancos y de aspecto hospitalario, quizá por aquello de compensar que lo que ocurre en el baño, en realidad, es poco pulcro. Todo en el aseo. apunta el libro, está pensado para hacer desaparecer lo que allí ocurre. Cuando alguien sale del baño, cierra la puerta y pide que allí nadie entre. "El baño puede ser un lugar trágico, cuando aparecen personas muertas en la bañera, pero también cómico". Y si dos enamorados se escapan a un hotel, el aseo les quedará al lado de la cama.

El periodista Manuel Hidalgo, en los estudios de la SER en la Gran Vía madrileña. / Cadena SER

El periodista Manuel Hidalgo, en los estudios de la SER en la Gran Vía madrileña. / Cadena SER
Como apunta Hidalgo, en el baño se aprenden cosas que valen no solo para el aseo personal, sino para la vida: respetar el turno, dejar las cosas como se encontraron. Su libro se pregunta por qué suele disgustar tanto, en ocasiones, que alguien tarde más tiempo del habitual en aquel cuarto. El que, incluso en las casas donde impera la política de puertas abiertas, siempre tiene un cerrojo. El baño es el lugar de la casa donde los accidentes domésticos son los más habituales, recoge el trabajo. Y, sin embargo, es donde acudimos a curarnos las heridas. O a llorar.
A lo largo de más de 200 páginas, se exploran más paradojas y binomios de esta suerte. Porque los sumideros unen la tierra y el inframundo, así como el llamado trono nos hace a todos iguales, reflexiona Hidalgo: también los reyes y los millonarios pasan, sin mayor ceremonia, por el cuarto de baño.