Fuegos artificiales

Madrid

Estamos a pocas horas para que dé inicio el debate de la moción de censura que Podemos ha presentado contra Mariano Rajoy. El resultado ya lo sabemos: no va a prosperar; nos queda por conocer argumentos, debate, enfrentamientos, capacidad de resistencia del censurado y capacidad de liderazgo del censurador.

Parece que una mayoría del Congreso -y seguro que también de los ciudadanos- considera que hay motivos más que suficientes para censurar a Rajoy, pero luego está el detalle y el detalle es que Podemos anunció la moción sin hablarlo con nadie, que el PSOE todavía no ha cogido el rumbo a pesar de que la nave ya tiene capitán, que Ciudadanos, que se vende como imprescindible para la regeneración, sigue apoyando al PP pase lo que pase. Y son todos estos detalles los que convierten la moción de censura de mañana en fuegos artificiales, que cuando se apaguen mostrarán a un Mariano Rajoy todavía más tranquilo en la Moncloa.

Claro que tranquilo también debe estar hoy porque debe considerar que quien realmente se examina en el debate de mañana es Pablo Iglesias, que presenta su candidatura. Así que mañana, al margen de comprobar cómo lo hacen censurador y censurado, si es que finalmente se decide a intervenir en el pleno, para poco más va a servir el debate.

Mariano Rajoy seguirá a lo suyo a pesar de que, según el observatorio de la SER que les estamos contando hoy, es la última persona que los españoles quieren que sea presidente del Gobierno, aunque el PP seguiría ganando las elecciones. Es más, Rajoy es el líder que tiene menos apoyo entre sus propios electores. Pero ahí está, y, de momento, ahí seguirá.