El rey del gimmick
Se cumplen 40 años de la muerte de William Castle, un director y productor que se hizo famoso por los trucos que empleaba durante las proyecciones de sus películas.
Madrid
William Castle es probablemente en único director de la historia que se hizo más famoso por lo que hacía fuera de las pantallas que por lo que ofrecía dentro de ellas. Sus esfuerzos fueron siempre encaminados en convertir la experiencia de ir al cine a ver una película de terror en algo más, Esas cosas se llamaban "gimmicks" o trucos publicitarios realizados en la misma sala de cine. William Castle era, sin lugar dudas, “El rey del gimmick”.
Sucedió una Noche (28/5/2017): William Castle, el rey de gimmick
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Formularios de exculpación, enfermeras que ofrecían en el vestíbulo tranquilizantes a los débiles cardiacos, la llamada “pausa del miedo” que permitía a los espectadores que estuvieran muy asustados salir de la sala o nuevos sistemas de proyección que buscaban causar impacto en el público. Castle contrataba actores para que crearan el terror en los estrenos y él mismo supervisaba los artilugios que instalaba en las salas de cine. Todo ello hizo que la visión de las series b de terror que rodó en las décadas de los cincuenta y los sesenta del siglo veinte se convirtiera en una experiencia diferente.
William Castle empezó a trabajar en la Columbia como director de diálogos a mediados de los años 40. Fue ayudante de dirección de Orson Welles en "La dama de Shanghai" y poco después se convirtió en director de westerns y policiacos de serie B para el estudio. Sin embargo desde siempre se había sentido muy atraído por el terror, sobre todo desde que a los 20 años acompañó como asistente en una gira teatral a Bela Lugosi. A partir de ese momento decidió darle un nuevo rumbo a su carrera y rodó una película de terror de bajo presupuesto titulada "Macabro".
Para promocionarla se le ocurrió anunciar que al comprar la entrada, los espectadores quedaban asegurados con una póliza de mil dólares en caso de muerte por miedo. Al comienzo de la proyección una voz en off pedía al público que vigilase a su vecino de asiento por si fallecía del espanto. La verdad es que la cosa luego resultaba bastante decepcionante pero fue suficiente para generar un creciente interés hacia William Castle. Y en efecto, su siguiente película, "La mansión de los horrores", se convirtió en un pequeño éxito de taquilla.
Para promocionarla Castle anunció un nuevo sistema de proyección llamado “Emergo”. En realidad la cosa se reducía a un esqueleto de plástico que colgado de unos cables salía de la parte de la pantalla en la que debía aparecer el fantasma. "La mansión de los horrores" significó también la primera aparición del cineasta dentro de su película, algo que a partir de ese momento se convertiría en habitual.
Para otra de sus películas, "Escalofrío" hizo acondicionar las butacas de los cines. Los espectadores de la sala recibían una pequeña descarga eléctrica que les hacía saltar de sus asientos y en ese momento las luces se apagaban y se escuchaba una voz. Otro “gimmick” muy comentado fue el de la película "13 fantasmas". Al entrar al cine se le entregaban al espectador unas gafas especiales con las que se podían ver a los espectros de la película. Y para "El Barón sardónico" ideó un pequeño juego interactivo. En un momento dado se paraba la proyección y se preguntaba a los espectadores qué hacer en una disyuntiva. Con unas tarjetas fosforescentes que llevaban un pulgar hacia arriba y otro hacia abajo los espectadores decidían por mayoría el final del Barón.
Otras veces se trataba de contentar a los espectadores de diferentes países. Las protagonistas de "13 chicas aterrorizadas" eran trece jóvenes de un internado cada una de un país diferente y Castle filmó trece versiones distintas de las primeras escenas para que en cada país pensaran que su compatriota era la protagonista de la película.
William Castle diseñaba también con mucho cuidado los trailers de sus películas y él mismo los presentaba. Solía desplazarse para asistir a los estrenos en las principales ciudades. La prensa solía referirse a William Castle como el hermano pobre de Alfred Hitchcock pero a él no le importaba, se consideraba un innovador y un personaje único en la industria del cine.
A partir de mediados de los años 60 Castle abandonó los “gimmicks”, trató de hacer un cine de terror algo más elaborado y rodó un par de películas interesantes con Joan Crawford de protagonista como "Jugando con la muerte" o "El caso de Lucy Harbin". Intentó también a toda costa que le dejaran dirigir la película "La semilla del diablo", pero no lo consiguió. La Paramount le dio la dirección a Roman Polanski y Castle se tuvo que conformar con producirla.
Su última película la rodó en 1974 con el mimo Marcel Marceu de protagonista. En la carrera de William Castle no hay grandes títulos pero su influencia se puede rastrear en directores como Wes Craven o John Waters. Se han hecho remakes de algunos de sus films y el director Joe Dante le homenajeó en su película "Matineé" con el personaje interpretado por John Goodman. Murió el 31 de mayo de 1977 y ha pasado a la historia más que como director, como un genio de la publicidad en los cines. Un hombre que consideraba el cine de terror como un espectáculo que excedía los límites de la pantalla.
Elio Castro
Licenciado en Historia del Arte y Máster en periodismo por la Universidad Autónoma/El País. Periodista...