La delgada línea que separa a amigos de enemigos

Qué interesante debate nos plantea el apoyo del PNV a los Presupuestos de Mariano Rajoy. Es obvia, manifiesta, pública y publicada, la mala relación entre ambos partidos en los últimos años, tanto en el País Vasco como en Madrid. Desde las divergencias sobre el cupo a las diferencias con la política antiterrorista, incluida la dispersión de los presos etarras, nada había entre las dos formaciones que permitiera hablar de buen entendimiento. Ni por una parte ni por otra.

Poco hay que insistir en los insultos de la derecha a los nacionalistas vascos, considerados poco menos que cómplices de ETA y, por tanto, con las manos manchadas de sangre. Y para el PNV, los dirigentes del PP –desde la época de Mayor Oreja- eran unos señores o señoras a los que ni tan siquiera convenía saludar por la calle.

Pues ahí les tienen ustedes, que cuando ha hecho falta, aquellos rigores ideológicos de antaño del PP, tan vitoreados por su prensa adicta, se han convertido en chequera abierta, que los Presupuestos lo aguantan todo. Y también por el otro lado olvidémonos de la nauseabunda corrupción si me garantizan ustedes el cupo, el AVE y lo que haga falta. ¿Protesta Ciudadanos, socio del PP? Se oyen risas de Urkullu y Rajoy. ¿Es esto horrible, una vergüenza inadmisible?

Llámenme traidor o pesetero, dirán unos y otros, pero amarro lo mío.