¿Nadie se lo agradecerá?

La idea de que los países del sur de Europa miembros de la Unión celebraran periódicamente reuniones se planteó por primera vez el año pasado y ha permitido ofrecer, al menos, la imagen de siete dirigentes del sur, preocupados por los mismos temas, inmigración, políticas de austeridad y efectos de la salida del Reino Unido, y capaces de hablar entre ellos, pese a proceder de áreas ideológicas distintas. No es mucho, pero algo es algo.

Los siete han llevado adelante ajustes monumentales y los siete lo han hecho a un ritmo que no era el elegido por ellos mismos, sino el impuesto por los países del norte. Es verdad que tienen problemáticas diferentes y que llevan adelante políticas que no tienen que ver mucho entre sí, como no tiene nada que ver el gobierno griego con el de España o el de Portugal con el de Italia.

Aun así, los siete países del sur tienen muchas cosas en común, en especial altas tasas de paro, superiores a las de los países del norte y un endeudamiento por encima al de sus colegas. Aunque solo fuera por eso, las cumbres del sur estarían plenamente justificadas y no deberían despacharse como meros trámites mediáticos.

El comunicado de la de ayer, celebrada en Madrid, tiene pocos contenidos concretos, salvo la insistencia en que el Reino Unido deberá primero garantizar los derechos de las personas y negociar las normas de salida, antes de poder hablar de un nuevo acuerdo comercial con la UE. Es decir, los países más débiles y los que más sufrirán el Brexit, los países del sur, están dispuestos a mantenerse firmes en la línea del frente. ¿Nadie se lo agradecerá?