Puri y las otras
Empezó Puri, porque el médico le dijo que debía coserse la boca y hacer ejercicio, o el colesterol le comería las arterias
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Historias a media mañana con Espido Freire (27/03/2017) - Puri y las otras
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Madrid
Empezó Puri, porque el médico le dijo que debía coserse la boca y hacer ejercicio, o el colesterol le comería las arterias. Puri, ya la conocemos todas, lo del régimen, regular. Pero lo de mangonear se le da de cine, de manera que convenció a su hermana para que saliera con ella todos los días a pasear por el camino nuevo que va junto al río, dos vueltas. La hermana de Puri arrastró a Rosa y a Herminia, y a mí no me tocó más música que la de unirme, porque si no, me quedaba sola. Y maldita la gracia que me hace a mí Puri, y calzarme las deportivas y marcar el paso por todo el paseo del río, pero si la alternativa es quedarme sola, me recorro el río o me recorro la Patagonia. Bastantes años he estado ya sola.
A mí me está viniendo bien, no voy a negar lo evidente. Me da el aire, tonifico los músculos, he cogido color y ya no jadeo en las cuestas. Pero el problema es otro: cuando la caminata finaliza, a falta de una cinta que cortar, nos vamos a la cafetería de la que nunca deberíamos haber salido y pedimos la merienda. Yo, una manzanilla. Ellas, un chocolate con porras.
-Venga, Julita, que nos lo hemos ganado -dice Puri, con la boca llena.
Pero yo soy incapaz de arruinar lo que he ganado con la caminata. No puedo. Y las veo comer. Y yo con mi manzanilla. Y me siento otra vez sola.