La Antártida, el territorio donde la comunidad internacional sí cree en la paz

Barcelona

Es un lugar que solemos asociar con imágenes de grandes bloques de hielo, con esas idílicas escenas de pingüinos y leones marinos viviendo en libertad. Pero la Antártida es también un territorio insólito en lo político. Se trata del único lugar del mundo en el que todos los países se han puesto de acuerdo para promover la paz y la protección del medio ambiente. Esa singularidad ha llevado a un periodista a hacerse una pregunta que, en su sencillez, encierra una respuesta tremendamente compleja: si en la Antártida todos los países se han puesto de acuerdo para convivir en armonía ¿por qué en el resto del mundo no?

"Yo venía sin una respuesta intuida" asegura Mario Cuesta, el impulsor de un proyecto llamado  'Antártida: un mensaje de otro planeta' que le ha llevado a él y a un equipo de otras dos personas hasta la Antártida a bordo del buque Hespérides. "Lo que me comentaban bastantes personas es que puede que haya algunos intereses ocultos, pero que después de 60 años implantando esos valores ahora los ciudadanos no permitirían que eso dejara de ser así. Es un mensaje muy estimulante y muy poderoso"

Cuesta, que en 2015 publicó su primer libro, 'Por encima de mi cadáver', sobre su experiencia en Siria, busca ahora respuestas en este territorio casi inhóspito al que llegó el pasado mes de febrero. "Mi mujer es siria y no dejo de preguntarme como Rusia y Estados Unidos cooperan aquí, y en Siria estemos siendo testigos del desastre espantoso día tras día, que parece que la paz no llega nunca". La extraña paradoja se completa si ahondamos en el mundo de la ecología. La Antártida y su riqueza medioambiental se encuentran protegidas por el protocolo de Madrid, firmado hace justo 25 años, pero eso no significa que estén libres de peligro. "¿Qué sentido tiene firmar el protocolo de Madrid si después no podemos firmar el protocolo de Kyoto? Al final, si contaminamos el hemisferio norte, acabará llegando a la Antártida".

Las fronteras no existen en la Antártida, y el espíritu de cooperación es real, libre de prebendas. Y son esas enseñanzas las que Cuesta quiere reflejar en el libro y el documental que darán fe de su experiencia. "Mi intención no es que sea una mirada del mundo a la Antártida, sino de la Antártida al mundo" reflexiona este amante de la naturaleza que se ha curtido en programas como Desafío extremo. "No olvidemos que la paz, la cooperación, la ciencia y la ecología son los valores de nuestra sociedad, aquellos en los que nos fundamentamos, pero que en el mundo habitado no dejan de ser papel mojado y que aquí son la norma".

Quién sabe como cambiaría el mundo si las enseñanzas que se pueden rescatar de la vida en una zona, en apariencia, tan hostil, llegaran a otros rincones de la tierra. Todo quizás empieza por proponérnoslo. "Es una actitud diferente, la gente cree en la cooperación. Nos han dado la oportunidad de poner en acción esos valores en los que en realidad creemos todos, y aquí están funcionando". Las respuestas las encontraremos en este proyecto que verá la luz ya finalizado a finales de 2017.

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