¿Racistas? ¡¡No, qué va!!
Europa está mostrando dos caras en este asunto: la del miedo, por un lado; y la de acogida por otro. Así que la pregunta es muy sencilla: ¿a qué bando nos apuntamos?

La opinión de Francino (27/02/2017) - ¿Racistas? ¡¡No, qué va!!
02:25
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Madrid
Cuando hablamos de violencia contra las mujeres, y estos últimos días –por desgracia- hemos tenido que hacerlo a menudo, solemos hablar también del micromachismo; de esos pequeños gestos, actitudes, comportamientos, bromitas que van creando un ambiente, un caldo de cultivo, donde los más animales se sienten cómodos.
Muy bien, pues ¿qué les parece si empezamos a incorporar también a nuestro vocabulario el concepto microracismo? O microxenofobia, me da igual. Lo digo porque aunque en España podamos presumir –y con razón- de que no han surgido movimientos políticos xenófobos al estilo del Frente Nacional francés, o Alternativa para Alemania o el UKIP británico, o en Holanda, o en Italia, o en Finlandia…Nos engañaríamos si no admitimos que el día a día ofrece episodios preocupantes.
Puede ser desde el insulto a un árbitro negro hasta las quejas de los vecinos de un barrio creen que hay demasiados “sudacas” o “moros”, les llaman así; pasando por las leyendas urbanas que dicen que los inmigrantes colapsan las urgencias o tienen prioridad para según qué ayudas.


Vamos a ver, no se trata de hacer un discurso estrictamente buenista, porque la convivencia en ocasiones no es fácil y los problemas –que los hay- deben afrontarse –ya lo sé- pero no está mal que nos examinemos un poco. Sí, porque Europa está mostrando dos caras en este asunto: la del miedo, por un lado; y la de acogida por otro. Así que la pregunta es muy sencilla: ¿a qué bando nos apuntamos?