Flaco servicio a una memoria

Madrid

La señora Barberá murió hace dos meses como consecuencia de un infarto, así que no tiene sentido reclamarle ahora cuentas de nada. Descanse en paz. Pero una cosa es dejar en paz su memoria y otra, recuperarla como ejemplo de gestión eficaz y honesta de un ayuntamiento. La señora Barberá fue alcaldesa de Valencia de 1991 a 2015, es decir durante 24 años, y, según las investigaciones policiales y judiciales que se están llevando a cabo, durante ese periodo se produjeron en el ayuntamiento de Valencia infinidad de actuaciones irregulares o incluso, delictivas.

Si se quiere dejar en paz la memoria de Rita Barberá, como sería lo aconsejable, lo mejor no es organizar homenajes de la Federación de Municipios Españoles y Provincias ni aprobar la entrega de la Llave de oro del municipalismo español a título póstumo. Esa llave no se entrega por la simpatía personal o por una gran lealtad política, dos cosas en las que la señora Barberá se superó, sino como reconocimiento por la ejemplar dedicación a la vida municipal de un regidor. ¿Pretende la Federación de Municipios Españoles poner a la señora Barberá como modelo a imitar para todos los nuevos alcaldes del país?

Es posible que el presidente de la Federación, el alcalde socialista de Vigo, Abel Caballero, promotor del homenaje, tuviera un gran afecto personal por la señora Barberá. Sería muy comprensible, pero en ese caso debería haberse reunido con la familia de la señora Barbera y con unos cuantos amigos, entre ellos el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y haber celebrado un encuentro privado de recuerdo. Convertir a la señora Barbera en ejemplo, modelo que debe ser imitado, es un mal servicio a su memoria, porque induce a la protesta, al rechazo y al malestar.