Cómplices de la vergüenza de Trump

Madrid

La cruzada de Donald Trump contra los musulmanes ha movilizado este fin de semana a miles de ciudadanos estadounidenses que se niegan a soportar la vergüenza a la que les ha sumido su presidente. Miles de personas defendiendo los derechos de miles de personas. Seres humanos como ellos y que, como ellos, han contribuido a hacer de Estados Unidos el país que es. Da igual dónde hayan nacido, da igual cuál sea su procedencia.

Entre estos ciudadanos, centenares de abogados que ofrecían sus servicios a aquellos a quien Trump no quiere dejar entrar, taxistas que se niegan a ir al aeropuerto como protesta, empresas tan reconocidas como Starbucks o Airbnb, que ofrecen trabajo o alojamiento a los refugiados que Trump no quiere, los actores que levantan su voz contra el Racismo y la Xenofobia.

Esta es la única buena noticia desde que Donald Trump ocupa la Casa Blanca, la respuesta ciudadana a tanta vergüenza. Una respuesta que deja en evidencia el mayoritario silencio político, dentro de Estados Unidos y fuera de Estados Unidos. Nadie debería quedarse callado.

Lo hizo Theresa May en su visita de la semana pasada y lo sigue haciendo mientras mantiene en agenda la visita de Trump a Reino Unido. Lo hacen todos aquellos que insisten en que mantendran las relaciones con Estados Unidos al mismo nivel que hasta ahora, lo hacen los miembros del partido republicano que no ponen pie en pared, lo hacen todos aquellos dirigentes políticos que esperan. ¿Esperan a qué? ¿a que baje el souflé? ¿A que dejemos de fijarnos en los decretos que firma? Mientras están callados se convierten en cómplices de la vergüenza. Pero claro, muchos de ellos tienen vergüenzas en sus propias casas, en forma de muros.

Menos mal que la gente ya se ha puesto a gritar.

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