Ese instante
Historias a media mañana con Espido Freire (19/12/2016) - Ese instante
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Madrid
Carol y su hija han llegado a un pacto tras estos tres meses de clase. Carol ya no la va a dejar en la puerta, sino que se despedirá de ella detrás de la verja, o incluso, los días en los que haya sido muy buena, la dejará bajarse del coche sola, avanzar por la acera y meterse en el colegio. Carol no entiende ese afán de independencia de la niña: ella no deseaba apartarse jamás de su madre, la aferraba como si se fuera a perder, dormía con ella cuando su padre estaba de viaje. Como castigo, le ha salido una niña despegada. O quizás sea ella demasiado ansiosa, demasiado dependiente.
Deja a la niña libre, por lo tanto. Cada vez que entra en el colegio siente la misma punzada de tristeza, que no se atenúa si se separa de ella en la cola de su clase o desde el mismo coche. Una enorme soledad. Luego, a los diez minutos, ya se ha olvidado, pero ese primer desprendimiento duele como algo físico, una punzada en el vientre.
La niña sale del coche, y a Carol le suena el móvil. No era nada, una llamada de una compañía elétrica, pero cuando cuelga, ha perdido de vista a la niña. No la ve entre la marabunta de batas de sus compañeros. Se le destroza algo dentro. Se lleva la mano a la garganta. ¡Su niña! Forcejea con el cinturón hasta soltarlo. Pero no, allí está. Se da la vuelta, saluda con el puño de la bata demasiado largo. Carol respira. Qué horror. Todo el horror ha habitado en ese instante.