Diferentes velocidades

Madrid

Durante los dos primeros años en esta profesión ni siquiera sabía que existían los contratos. Tampoco sabía que se pagaba. Pensaba que era bueno hacer las cosas por amor hasta que descubrí que el amor no alimenta. Pero no me quejo: fueron solo dos años y sé que hay mucha gente que cobra ahora lo que yo cobraba entonces, con la diferencia de que han pasado casi dos décadas.

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El salario mínimo se ha subido ahora un 8%, hasta los 707 euros. Es una medida que tiene un impacto real en la población en la que lo tiene que tener. Que no es suficiente y que se queda muy lejos de los 800 que propuso Podemos y que tenía por objetivo una subida progresiva hasta llegar a los 950. Es curioso que se informe de que se trata de la mayor subida en treinta años, lo cual demuestra que hacer reformas destinadas a hacer la vida mejor a los que peor lo pasan es muy lento y, sin embargo, medidas como la reforma laboral, el abaratamiento del despido, se toman con bastante más rapidez, con bastante más contundencia y haciendo estragos en la vida de muchos trabajadores.

Es bueno no celebrar nunca lo que se tiene que dar por hecho. Ni llamar conquista a lo que siempre se le ha llamado derecho. De todos modos, ayer hablaba con un diputado del PSOE que ponía como ejemplo esta medida y las votaciones que el Gobierno ha perdido estos días. Me decía que gracias a la oposición la legislatura puede acabar con un país con leyes sociales más avanzadas y leyes en derechos y libertades más avanzadas. Le he dicho que tampoco se pasen si no quieren que repita el PP.