El efecto Bataclan

Madrid

Después de unos días donde el fenómeno Trump lo ha eclipsado casi todo, hoy nos encontramos con una acumulación de noticias relacionadas con la cultura, eso que invocamos siempre precisamente como antídoto de la barbarie.

Y como las opiniones, y los relatos, y los estados de ánimo se construyen a veces a golpe de símbolo, creo que es de justicia poner el foco en la sala Bataclan de París. Hace un año, los terroristas del mal llamado Estado Islámico entraron a saco y provocaron una matanza porque querían cargarse un símbolo de libertad, de cultura, de alegría…sí, porque estos tipos aparte de asesinos son unos cenizos de tomo y lomo. Bueno, pues mañana el símbolo resucita y la sala Bataclan vuelve a abrir las puertas ni más menos que con un concierto de Sting.

Creo que es una gran noticia. Y que recuperar Bataclan supone también enviar un mensaje de fortaleza y de coraje cívico a todo el mundo. La música de Sting será mañana protagonista en París...pero la música de hoy, la de hoy es otra, ¡qué les voy a contar!

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¡Vaya agujero nos deja Leonard Cohen! Y vaya otro Francisco Nieva, el dramaturgo español, ese hombre del Renacimiento trasplantado al siglo XXI, que ha fallecido también en las últimas horas. En fin, que a las cosas y a las personas importantes se las echa falta cuando ya no están. Pero las gentes de la cultura tienen una ventaja, un valor añadido. Y es que nos dejan, además del recuerdo, su obra; su música, su palabra, su imaginación, su rebeldía, su espíritu crítico...y con todo eso se pueden construir personas libres, con criterio propio, que es justamente lo que necesitamos.

Millán Astray, el fundador de la Legión, gritó hace años aquello de: “muera la inteligencia, viva la muerte”. Bueno, pues el progreso va justamente en dirección contraria. Y la cultura, la de Nieva, la de Cohen, la de Sting o la del Bataclan, es la gasolina de ese progreso. Por favor, no la malgastemos.

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