El tercer hombre (o mujer)
El PSOE no puede naufragar sin que nos ahoguemos un poco todos. Y puede naufragar, va camino de naufragar
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La firma de Iñaki Gabilondo: 'El tercer hombre (o mujer)'
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Madrid
Por razones imprecisas, a los humanos nos encanta que las cosas se descacharren. La demolición de un edificio, por ejemplo, nos fascina. Nos produce un extraño placer ver cómo se rompe en mil pedazos un jarrón, que no sea nuestro, claro, y no se sabe por qué nos hace reír que alguien se caiga de culo, aunque sea un pobre anciano. Si el humano es español, esta tendencia se enriquece con una mezcla de vocación autodestructiva y falta de consciencia histórica.
Es por eso por lo que el drama del PSOE, que tiene muy mala pinta, está siendo seguido por algunos con delectación y por muchísimos otros con la indiferencia con la que se asiste a un entierro ajeno. Sin embargo, lo que le ocurra al PSOE es de interés general, tanto como el partido televisivo de los sábados, por lo menos. Por su peso decisivo en nuestra historia y por su condición de viga maestra en nuestro edificio institucional, el PSOE no puede naufragar sin que nos ahoguemos un poco todos. Y puede naufragar, va camino de naufragar, porque tal como se viene fraguando, y como parece que va a proseguir, la batalla Pedro Sánchez vs Susana Díaz no será una estimulante disputa democrática sino un proceso de enconamiento creciente y de envenenamiento colectivo. Eso es lo que me temo. Es por eso por lo que estoy convencido de que ninguno de los dos será la solución y que convendría ir pensando en el tercer hombre (o mujer).