Sirenita
Durante siglos, inmóvil y silenciosa, ha habitado en las aguas enlodadas y calmosas del lago
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Madrid
Durante siglos, inmóvil y silenciosa, ha habitado en las aguas enlodadas y calmosas del lago. Le acompaña una fama inquietante, de culebra movediza y traidora que una vez devoró a un caballero que trató de darle muerte. Ella misma no recuerda el suceso con claridad: el caballero, un príncipe lejano, se había acercado hasta la orilla del lago, y allí se había dirigido a ella. Intercambiaron palabras de amor, miradas tiernas, y un par de anillos de cobre que les dejaron los dedos verdosos.
Entonces, resuelta, decidió renunciar a todo por el hombre suave y cortés que acudía a visitarla. A cambio de su voz perdió la cola irisada y se convirtió en humana. Con el entusiasmo de una nueva vida, ella marchó a la ciudad en su busca. Esa noche el caballero no la halló en el lago. En su lugar, encontró junto a los juncos una enorme cola de pez ensangrentada. Cuando, desesperado, se abrió la garganta con su espada, ella se encontraba muy cerca de su castillo. Se ocultó entre unos matojos ante el paso de la guardia, que se llevaba el cadáver del príncipe envuelto en una capa, un bulto anónimo. Ella espero a la puerta del castillo muchas horas, en vano, convencida de haber sido traicionada. Regresó al lago, abatida y llorosa, y desde entonces aguarda, cubierta de barro y liquen, la llegada de otro caballero en quien vengar su abandono.