Joseph L. Mankiewicz: "El cine ya no me quería y yo ya no quería al cine"

Madrid

Joseph L. Mankiewicz realizó dramas como “De repente, el último verano” o “Eva al desnudo”; musicales como “Ellos y ellas”; películas románticas teñidas por un halo de misterio como la encantadora “El fantasma y la señora Muir”; grandiosos filmes épicos como “Cleopatra”; adaptaciones de obras teatrales como “Julio César” o “La huella” e incluso un western lleno de ironía, “El día de los tramposos”. Pero sus obras tenían algo en común: poseían un guion perfecto y unos diálogos con un ritmo preciso y milimétrico y que fluían por la boca de los actores como si fueran totalmente espontáneos. En 1992 visitó el Festival de San Sebastián y allí resumió con cierta tristeza lo que había sido toda su carrera.

“El ‘Star system’ nunca fue realmente un sistema. Solo existe un poder que pueda crear una estrella de cine. Y es el público. Por el contrario, muchos gastaron muchos millones de dólares en intentar crear estrellas que nunca lo fueron”, dijo entonces.

Como guionista fue nominado al Oscar en cinco ocasiones, ganándolo por “Carta a tres esposas” y por “Eva al desnudo”, consiguiendo ese año, 1951, también el de mejor director.

“Hace muchos años el guion y las interpretaciones de una película eran esenciales, pero esto ya no es así. Hoy en día, y esto es algo que digo siempre, los guiones ya no están escritos sino dibujados por los diseñadores de producción. Así es el cine de hoy”, recordaba en San Sebastián.

En 1972 dirigió su última película, La huella, protagonizada tan solo por dos actores, Laurence Olivier y Michael Caine. Pero el cine iba cambiando y convirtiéndose cada vez más en una fábrica de entretenimiento y Mankiewicz se retiró cuando comprendió que su tiempo había pasado. “El cine ya no me quería y yo tampoco le quería a él”. Murió el 5 de febrero de 1993.

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