Estornudos

Madrid

Estamos tan obsesionados con la formación de un gobierno que cuando estornuda un dirigente de cualquier partido, todo el mundo se lanza a discutir sobre si será una alergia o una gripe. Parece que más allá no pasa nada, con la única excepción del carnaval de los corruptos detenidos o por detener. Sin embargo, esta semana se ha producido una noticia muy importante que ha pasado casi desapercibida entre los estornudos de unos, las toses de otros, y sus diversas interpretaciones.

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El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha fallado en contra de una medida implantada por la reforma laboral, sentenciando que es injusto que los trabajadores temporales no perciban la misma indemnización por despido que los fijos y exigiendo que se igualen. El gobierno, que ha anunciado que estudiará la sentencia con mucha atención, no se ha asustado. Ya se sabe que las sentencias que vienen de Europa se pierden a menudo en una maraña burocrática de recursos sin fin, y que, en teoría, cabe incluso la perversa consecuencia de que se acaben igualando las indemnizaciones por abajo, pero cuando ya no esperábamos nada de la UE, es hasta emocionante que un tribunal refrende los cánticos y los gritos de los manifestantes que no se cansaron de salir a la calle.

Lo que no comprendo es que este varapalo a la reforma laboral apenas haya incidido en las campañas electorales y en las negociaciones sobre futuros pactos. Se diría que a los candidatos presentes o futuros también les interesan más los estornudos de sus compañeros de partido que las condiciones laborales de sus votantes.