La amenaza de la patria

Madrid

Además de decir que la sentencia de su juicio ya estaba escrita, el conseller Francesc Homs ha ido a declarar “en nombre de Cataluña”. Hay una conexión entre las dos frases. Cualquier sentencia ya está escrita para quien se arroga una representación tan grande. Tiene explicación: si aceptas el encargo de sacrificarte por un pueblo, lo normal es que te creas ya sacrificado. Si Homs acude a declarar “en nombre de Cataluña” y la sentencia le es favorable no tendría ningún sentido; no tiene ningún sentido para un independentista que la justicia española sentencie a favor de Cataluña.

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Estas representaciones tan exageradas son habituales en política, muy antiguas, aunque ahora en España da la impresión de que están conociendo una especie de edad de oro. Lo que me resulta curioso es que se utilizan no tanto como virtud sino como carga. Como si se dejase en el aire la sensación de que alguien tiene que serlo públicamente. Hay una voluntad de cargar sobre los hombros algo muy pesado. Se carga sobre los hombros a la sociedad, poniéndole una etiqueta para tratar de hacerla propia; se carga Cataluña, ni más ni menos, no tanto como para quedársela en exclusiva y unir el destino personal con el de la patria, sino como una forma de expropiársela a los que no piensan igual. Y desde luego se utiliza, se ha utilizado siempre, España. Como sujeto, como arma, o como exigencia.

Rajoy le ha llamado a Sánchez “antipatriótico” por no permitir que forme gobierno. La patria normalmente tiene usos negativos. Se amenaza con ella, se utiliza como una especie de sacramento o se encierra uno en ella y se considera aforado a perpetuidad. Demasiadas veces hemos escuchado en España eso del “interés mayor” para justificar o tapar delitos en nombre de la patria. Si permitir un gobierno del Partido Popular, conociendo lo que se conoce, sabiendo lo que se sabe, es un ejercicio patriótico, entonces la patria está por fin en el lugar que se merece.