Borrando a Barberá

Madrid

Rita Barberá renuncia al partido, pero no al escaño. Tiene buenas razones que ella misma ha dado. Deja el PP para que no se utilice su imputación para dañar al partido, pero mantiene el escaño porque entre el PP y el Estado, lo que hace Rita Barberá es proteger al PP. En pocas ocasiones se ha visto de forma más transparente el ideal político de un cargo público y la importancia que le da a su papel como representante de los ciudadanos. Si está acusada de blanqueo de capitales no tiene categoría para representar al Partido Popular, pero sí a los españoles. Fraga decía que el PP era el partido que más se parecía a España; hoy sabemos que está un peldaño por encima del país.

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El PP quiere que lo deje y algunas voces se lo han reclamado, pero no las autorizadas, no el partido como partido ni desde luego su presidente, que a estas alturas estará ya borrando de la memoria a Barberá. Es fácil adivinar cómo en la mente de Rajoy se diluyen los rasgos de Barberá hasta convertirla en una desconocida de tal modo que, si la encuentra por una calle de Vigo, es capaz de pararla para pedirle el voto.

Rita Barberá es producto de un tiempo y de una sofisticación moral que no permite, llegado el final, elegir la dignidad por encima de la protección del aforamiento y el dinero. Hablamos de la edad de oro del gran pelotazo valenciano. Hablamos de la Copa América de Vela, de la Fórmula Uno, de una visita del papa que aprovecharon muchos católicos para sacar mordida. Es gente que ha traído a Dios a su tierra para hacer negocio. Si infringieron la ley para ganar dinero con el Papa delante, por qué no van a dejar de ganar dinero cuando les ampara la propia ley. Cuando Barberá dice que el escaño es suyo tiene razón: legalmente lo es. De hecho lo es precisamene por el aforamiento: allí la colocaron para estos supuestos. Y ya sabemos que en España las peores conductas no ocurren a menudo fuera de la ley; muchas veces ni siquiera hace falta salir.

De momento la oposición ha puesto el grito en el cielo. Al PSOE, que tuvo a Griñán y a Chaves imputados en el Parlamento, le convendría poner el grito en un segundo piso, no hace falta que salga de la atmósfera.