Europa son los europeos
La retórica europeísta no salvará a Europa, ni el recuerdo de los grandes valores e ideales que un día la inspiraron
Estrasburgo
Dentro de una hora el presidente de la Comisión Jean-Claude Juncker pronuncia un discurso sobre el estado de la Unión y estamos en un estudio de radio abierto junto a la puerta del hemiciclo, del Parlamento Europeo en Estrasburgo.
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Pepa Bueno
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Pepa Bueno
No ha sido un año fácil para los europeos. Como no lo ha sido ninguno desde que estalló la crisis. Se empobrecieron las clases medias, aprendimos que la globalización no era inocua y comprendimos que el euro solo estaba pensado para épocas de bonanza. Los europeos del sur hemos aprendido a toda marcha que pagar un café a doscientas pesetas era exactamente eso, pagar un café a doscientas pesetas y que por lo tanto no nos habíamos convertido de repente en ricos, sino que vivíamos de prestado. Y cuando vino la crisis nos dijeron que la moneda es de todos pero las deudas son de cada uno, y a partir de ahí el sálvese quien pueda.
Los primeros en salvarse, los bancos alemanes y franceses que se habían hecho de oro prestándonos euros a griegos, portugueses, italianos y españoles para que pagáramos el café a doscientas pesetas o las letras del coche o la lavadora alemana.
Por eso hoy debería ser es el día para hablar del paro, la calidad del empleo, la innovación, los impuestos de las grandes multinacionales, la Sanidad, la Educación, las pensiones y el aire que respiran los que viven y trabajan en Europa.
La retórica europeísta no salvará a Europa, ni el recuerdo de los grandes valores e ideales que un día la inspiraron. Tampoco la salvarán las instituciones comunitarias, ni siquiera los gobiernos nacionales. Serán los que viven y trabajan en Europa, si entienden que esto merece la pena porque mejora sus vidas y les da un sentido.
Hoy se hablará aquí del Brexit, de los populismos, síntomas todos ellos de un modelo que ha dejado de dar respuesta a sus ciudadanos aquí y ahora. Se hablará de seguridad, con los atentados de París, Bruselas y Niza. Y se hablará de los refugiados, otra crisis que ha tenido la virtud de sacar a pasear a lo peor de nosotros mismos y cuya gestión revela todas las debilidades del proyecto, ausencia de política exterior, acobardamiento frente a los matones de la ultraderecha y lo peor, el incumplimiento de las leyes internacionales.