Nick Cave y la oscuridad del hijo perdido
El músico australiano ha editado este mes ‘Skeleton tree’, el disco que grabó tras la muerte de su hijo adolescente
No hay mayor dolor en la vida que enterrar a un hijo. Ese dolor no se apaga ni se diluye. Dura para siempre. Combatirlo se antoja complicado, aunque como para otros dolores la música ejerce de analgésico. Tras enterrar a su hijo adolescente, Nick Cave se refugió en el estudio, en la música y en sus amigos para seguir adelante. El resultado es ‘Skeleton tree’, un álbum oscuro e intenso en el que el músico vierte su dolor y la frustración tras la pérdida.
El nuevo trabajo de Cave y los Bad Seed sigue la línea de su anterior disco, el aclamado ‘Push de sky away’. El sonido de la nueva entrega de la banda se mantiene pausado, lento, oscuro. Ocho cortes breves en un disco que no llega a los cuarenta minutos y que arranca con la sobrecogedora ‘Jesus alone’. Un tema evocador y sombrío que anticipa lo que sigue. El dolor de Cave se cuela en sus soliloquios, en el crudo relato de un músico que susurra más que canta sobre el piano, un piano que hiela la sangre, que suena a luto. Un luto que se cuela en la portada negra brillante en la que solamente aparece el nombre de la banda y del grupo en una tipografía vieja y simple.
Las interpretaciones a las palabras de Nick Cave pueden llevar a múltiples lecturas, las evocaciones a su pérdida se cuelan en distintos pasajes, pero la mayor declaración del dolor del cantante está en el sonido lúgubre y siniestro de este disco nocturno y solitario, un álbum para consumir en silencio y a oscuras dejándose empapar por los temas, por canciones como ‘Girl in amber’, que bien podría haber formado parte de su anterior trabajo, o ‘I need you’, quizá la canción que más remite a la pérdida del cantante y donde canta “Nada realmente importa cuando las personas que quieres se han ido”.
En conjunto, ‘Skeleton tree’ no es un disco fácil ni accesible y dista mucho de ser el trabajo más propicio para adentrarse en la obra del cantante australiano, pero sí que resulta un álbum inmenso e intenso, una evasión al dolor, una invitación al oyente a escapar junto a Cave y su piano. Un viaje junto a los Bad Seeds por distintos sentimientos plasmados en sonidos e ilustrados con el personal universo lírico de Nick Cave.