El musical renace en Venecia
Damien Chazelle, el director de Whiplash, resucita el musical clásico con La La Land, un frenético y nostálgico largometraje con Ryan Gosling y Emma Stone, que ha sido ovacionado en la Mostra.
VENECIA (ITALIA) La actriz estadounidense Emma Stone (d) y su compatriota, el director Damien Chazelle (i) durante la presentación de la película 'La La Land', que forma parte de la competición del Festival de Venecia en Italia, hoy 31 de agosto de 2016. / CLAUDIO ONORATI (EFE)
Venecia
A sus 31 años Damien Chazelle ha dejado claro que la nueva generación está aquí para quedarse. Y quiere Oscar ya. Un año más, tras Gravity y Birdman, Venecia se anota el tanto de abrir con una película que va a entrar directamente en la quiniela de los premios de Hollywood. La La Land es un moderno homenaje al musical clásico. Es la historia de una aspirante a actriz (Stone) y un pianista tristón (Gosling) intentando lograr sus sueños en la desabrida ciudad de Los Angeles de hoy en día: "La idea inicial de la película era cómo sacar la magia de los viejos musicales y adaptarlos a nuestra vida actual, sobre esta cruda realidad donde las sueños no siempre se cumplen", decía Chazelle ante la prensa.
Todo empieza en un infernal atasco en una autopista. Un número musical que ha arrancado aplausos en la gélida sala de proyecciones matutina del Lido. Chazelle aporta su pasado musical a la narrativa visual, y lo hace con insultante naturalidad. Su cine es emoción, imagen y música a partes iguales. Y con sobriedad. Esa simbiosis lo convierte en un caso único. Además no se deja llevar por el romanticismo facilón, pero tampoco cae en el cinismo arrogante que muchos con su talento hubieran hecho. Es un artista con manos de artesano.
La La Land será un taquillazo y consagrará a su director, aunque no tiene muchas posibilidades de ganar en Venecia donde el jurado – este año presidido por Sam Mendes- suele premiar el cine de autor en las antípodas de Hollywood. Además hay morbazo: Stone y Gosling han sido pareja, de hecho, Gosling no ha aparecido por el Lido y Emma Stone ha escurrido el bulto con oficio a las preguntas con segundas intenciones: "Yo sabía que Ryan cantaba y bailaba bien, pero en esta ocasión hemos tenido que aprender baile de salón... (risas) Y te aseguro que cuando recibes clases de salón, acabas sabiendo todo de esa persona". En la pantalla saltan chispas, la química es magnífica, cantan mejor que bailan, y sobre todo, Emma Stone se merienda a su compañero de reparto en lo interpretativo. Veremos qué pasa de aquí a los Oscar. De momento, ya tenemos la primera gran película de la temporada.
