Falso conflicto entre ley y democracia

Madrid

Y es un bucle peligroso para el que no se adivina en lo inmediato un giro que permita salir de esta dinámica de acción-reacción que ha terminado por enquistarse y que no augura nada bueno. El gobierno quiere que el Tribunal Constitucional actúe contra la presidenta del Parlamento Catalán por haber permitido que el pleno debatiera y votara las resoluciones de la Comisión de Estudio del Proceso Constituyente que la Abogacía del Estado ha descrito como un verdadero plan para la secesión.

El incidente de ejecución de sentencia planteado por el Gobierno es muy duro ante lo que considera una perturbación extremadamente grave del orden constitucional, un claro y grosero desacato de las decisiones y advertencias formuladas por ese tribunal. En estos términos se escribe ya esta crisis.

No es un problema de libertad de expresión, sino de responsabilidad institucional de quien ostenta un cargo amparado en la misma ley

Hay que romper este bucle, la presidenta del Parlamento Catalán no puede obviar los requerimientos del Tribunal Constitucional por mucho que ni los comparta, ni crea en la institución, ni defienda el espíritu de la norma que los inspira...

No es un problema de libertad de expresión, como decía hoy Carme Forcadell, sino de responsabilidad institucional de quien ostenta un cargo amparado en la misma ley que también dibuja los límites de sus propias atribuciones. El gobierno catalán no debe ignorar sus propias responsabilidades si insiste, como ha dicho que hará, en el desarrollo de su propia hoja de ruta independentista amparándose en ese falso conflicto entre ley y pueblo, entre norma y democracia.

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Y el gobierno de España, el gobierno del PP debería demostrar que sabe que las obligadas apelaciones a la ley entorpecen el proceso pero en ningún caso lo paralizan ni lo desactivan porque no vivimos un simple conflicto legislativo.

Así que así estamos, con el bloque independentista ahondando en su deriva, con un gobierno en funciones con su capacidad política embargada, con una oposición midiendo los daños que le provocaría desbloquear la investidura y con un candidato que flirtea con la posibilidad de volver a salir corriendo.

Hay que salir de este bucle para que dejen de arrojarse leyes y votos.