Aviñón: donde los papas aprendieron a vivir como curas
Hubo un tiempo en que no se sabía cómo llamar a un sumo pontífice: ¿papá o papa?
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Palacio de Aviñón
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Madrid
El papa Clemente VI, el cuarto al que le tocó en suerte reinar desde Aviñón, no se cortó a la hora de manifestar públicamente que sus tres antecesores no habían sabido ser papas. Por eso se amplió el palacio, durmió en sábanas de Damasco y llenó su armario con 1.800 pieles de armiño.
En pleno siglo XIV arrancó a orillas del Ródano, al sur de Francia, la máquina recaudadora de la Iglesia que luego permitió a los papas renacentistas rodearse de lujo y esplendor. Y también en Aviñón se aficionaron al Borgoña.
Arte, música, turismo, cotilleos y extravagancias que van desde los desmanes sexuales de los papas del Renacimiento, los malos rollos entre el papa Julio II y el gran Miguel Ángel, la interesante figura del papa español Benedicto XIII (antipapa para Roma), el “God” de John Lennon y el “Aleluya” de Rufus Wainwright.