Le podemos escuchar, Fernández Díaz

Madrid

El Parlamento de Catalunya ha hecho efectiva la destitución del hasta ahora director de la Oficina Antifraude, Daniel de Alfonso. Destituido casi por unanimidad de la cámara, casi, porque los diputados del PP han votado en contra. A ellos les debe parecer normal que el director de la oficina se reúna con el ministro del Interior y maquinen que pueden hacer para incriminar a políticos vinculados con el proceso independentista. Y como no les va a parecer normal si el ministro en cuestión, Jorge Fernández Díaz, sigue en su puesto y lamentándose de estar siendo víctima de una conspiración y de un acto delictivo.

Se olvida el ministro de un pequeño detalle y es que su implicación en el caso no se basa en sospechas, se basa en unas cintas donde se le escucha perfectamente urdir la maquinación. Y se pueden escuchar en bucle, porque las cintas están ahí y cada vez que Fernández Díaz diga que él es la víctima, podemos escuchar cómo dice que la Fiscalía lo afina; y cuando habla de delincuentes que le han grabado, podemos escuchar como aprieta a su interlocutor para encontrar material; y cuando se indigne porque los periodistas le seguimos preguntando por el caso, le podemos escuchar contar como hay otros periodistas que le hacen el trabajo sucio.

Siempre podremos escuchar las cintas, esas que para el PP no existen o si existen no les parecen terribles, porque, claro, seguro que piensan que para frenar al independentismo todo vale y lo deben haber pensado también los votantes que le han dado un escaño más al PP en Barcelona. Y este es el problema cuando se normalizan conductas como las de Fernández Díaz: unos, los electores, las normalizan, y otros, los del PP, consideran que esos votos les avalan para seguir con ellas.